Capítulo 44

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~Narra TN~

¿Las flores del techo eran reales? ¡Quizá estaba en un campo de rosas! ¿O era al revés, y eran las rosas en un campo de flores?

- ¿Qué planeáis en tu Academia? - preguntó, o más bien, ordenó la Encargada. 

- ¡Conquistar el mundo con algodón de azúcar! - reí, de forma acaramelada y melosa. En cualquier otro momento, hubiera querido morirme de asco, pero ¿qué más daba? 

- Solo lo diré una vez más. ¿Qué planeáis hacer en la Academia? - repitió, dejando el tono amable detrás. Esta vez era serio. Me puse seria de pronto. Vaya manera de quitarle la alegría a la vida. Había un chico tirado a mi lado, con los brazos en una posición extraña. 

- ¿Quién es él? - pregunté, sintiendo los engranajes de mi cabeza funcionando. ¿Kylo? No. ¿Karl? Tampoco. ¿Sería Kurt? No... No le pegaba. ¡Klaus! Sí, era Klaus. 

- Nadie importante. Tú responde - pero no le escuché. Estaba ocupada observando al chico... Que de pronto, me guiñó un ojo. 

Espera, ¿qué?

- ¿Qué planea vuestro padre? - repitió la Encargada lentamente. 

- ¡Nada! ¡Estará echándose la siesta como el buen viejo verde que es! - reí encantada. 

- ¿Pues qué planeáis vosotros? - me puse seria, sopesando la pregunta. Menuda paciencia tenía la mujer, yo ya estaría chillando. Me incliné hacia delante, como si fuera a decir algo secreto.

- ¿Ves todo esto? - pregunté con seriedad. Ella asintió - pues... ¡Va a hacer BOOM! - chillé, riéndome otra vez. Pero ya no tenía tanta gracia. ¿Por qué no tenía tanta gracia? ¡Me gustaba reír!

- ¿Cuándo? - preguntó de nuevo. 

- ¿Usas peluca? - dije, mirando su pelo. 

Era de un blanco inmaculado, tanto que no podía ser real. De ninguna manera. 

- ¿Qué? ¡Claro que no! Es mi pelo natural - se defendió.

- No te creo - dije, moviendo la cabeza hacia los lados como un bebé - es mentira, y no hay que mentir. ¡Mentir está mal! - la mujer soltó un resoplido. 

- ¿Dónde está tu hogar? - arrugué la nariz.

- Pues está debajo de muchos pisos de un edificio... Es marrón, sólo tiene una puerta, y da mal rollo cuando no hay luz - resolví, recordando mi sótano. 

- ¿Qué? - por primera vez, parecía confundida.

- Lo que oyes - respondí - ¿tienes cera en el oído o qué? Porque en el supermercado hay muy buenos bastoncillos...

- ¡CÁLLATE! - gritó de pronto. Pegué un bote en la silla, haciéndome daño por las cuerdas que me sostenían. ¿Por qué estaba atada?

- Vale, vale - bufé. Hubo un silencio corto, en el que la mujer simplemente se mantuvo con el ceño fruncido y los ojos entornados, escrutándome - ¿Quién eres?

- Soy la Encargada, querida, la dueña de la Comisión. ¿Aún no me recuerdas? - le revisé con la mirada. Pelo teñido, ojos verdes, y el pintalabios más perfecto que había visto en mi vida.... Sí, me sonaba. Pero fuera de eso, nada. 

- ¿Debería? - pregunté, confundida - ella bufó, y se dirigió a uno de los guardias.

- ¿Cuánta dosis le habéis suministrado? - espetó.

- La que usted nos dijo, señora - respondió uno de ellos, sin mirarla. La Encargada bufó de nuevo. 

- Bien. Si tú no coopera, él lo hará. Y si no... Pues tendremos que recurrir a métodos más violentos - no me gustó nada cómo había sonado eso. Se dirigió al chico del suelo, Klaus. 

- ¿Dónde está vuestra Academia?

- En Japón - respondió él con tranquilidad. Siguió haciéndole preguntas, que iba respondiendo con toda sinceridad.

Un pensamiento me vino a la cabeza. La Academia no estaba en Japón. De hecho, estaba en la ciudad. ¿Cómo podía mentir? Yo no podía. Pensé que se habría equivocado, pero no. La información que daba era falsa, y yo poco a poco comenzaba a recordarlo todo. Y por tanto, también el suero de la verdad. Se supone que no se puede mentir con él, pero entonces, ¿cómo lo hace él? Hice nota mental sobre preguntarle más tarde, en cuanto saliéramos. Porque sí, tenía un plan para irnos. 

Había un guardia que estaba visiblemente incómodo. Tenía esa mirada de miedo, la misma que tenía yo cuando veía a Reginald antes. Supe que sería mi forma de escapar, pero primero tendría que librarme del mareo y los efectos del sue... 

¡Una mariposa!

A esos efectos me refiero. 


~Narra Cinco~

Me empezaba a alterar. Ben no parecía capaz de orientarse a través de las instalaciones, y todos los pasillos eran iguales. Las mismas puertas, mismos colores, mismas curvas. Todo aquel que encontrábamos, le matábamos. No dejamos ni uno. Hacerlo significaría no pasar desapercibidos, y eso era justo lo que queríamos hacer. 

Colocamos varios explosivos más conforme avanzábamos. Hubo un guardia que casi llegó a pulsar la alarma, pero gracias a mí, no lo hizo. Ben no peleaba. Solo tenía varios cuchillos a mano, y una de las metralletas que le robamos a uno de los muertos, pero no quería usar su don. Decía que montaría un espectáculo, y yo no podía estar más de acuerdo. No queríamos llamar la atención. Y comenzaba a complicarse. 

Fue ahí cuando lo sentí. Literalmente. Un quemazón en el pecho que sólo podía significar una cosa; TN estaba en peligro. 


Nota de la autora:

Me merezco el infierno, lo sé. Pero no me dejaban el ordenador, así que no podía actualizar. Srry.

No queda casi nd xa el final de la historia... Preparaos. 

Y siento el cap apresurado, pro he quedado y no llego. Un kiss dsd España

La autora

PD: Tengo un problema con Wattpad y m ha borrado los otros 3 caps q tnía... ¿Algn sabe pq es? Ayudaaaaaaaaa

La hija perdida de Reginald Hargreeves - T/N y Cinco-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora