~Narra TN~
Ni siquiera sé lo que pasó los siguientes instantes. Recuerdo ver a Klaus mirarme como si con los ojos pudiera transmitirme lo que pensaba, algo que desde luego no funcionó. Fruncí el ceño en respuesta, y al ver que uno de los guardias me miraba, eché la cabeza hacia atrás como si estuviera cansada, y gemí de dolor falsamente. Si bien era cierto que me dolía la cabeza, y que me sentía como si acabase de correr una maratón, no era nada con lo que no hubiera lidiado antes.
Volví a mirar a Klaus, que le sacaba la lengua a la Encargada mientras ella no miraba. Pero en cuanto se volvió, él fingió estar aún bajo los efectos de la droga, e hizo la croqueta por el suelo.
- ¡Soy un cerdo! - gritó. Contuve la risa, lo que me provocó un dolor insoportable en la nuca.
Admito que no era el mejor momento, pero no pude evitar pensar en Cinco. En que si no hubiera sido por mi tontería, podríamos estar en otra situación. Quizá ambos juntos, riéndonos y tomando helado... Pero juntos. Él y yo. Y en su lugar, estábamos allí, atrapados, con bombas a punto de volar la Comisión con un solo toque de un botón. No era la situación más favorable, pero tampoco es que tuviera mucha otra opción.
No tuve tiempo de verlo. En cuanto la Encargada se cansó de interrogarnos, cogió una jeringuilla y me la clavó en la pantorrilla sin miramientos. De inmediato me sentí agotada.
- Tranquila, es sólo un sedante - dijo su voz melosa - en poco tiempo, volveremos, y esta vez rezarás por haberme dicho la verdad a la primera.
Y después, me dormí.
***
Cuando volví a despertar, Klaus estaba intentando soltarse las muñecas. De alguna manera, había logrado colocar los brazos delante de su tripa, y sacudía con fuerza las esposas.
- ¿Por qué no estás atado como yo? - fue lo único que se me ocurrió preguntar. Me di un golpe en la frente. Bien, TN, sigue así. Con tus prioridades claras.
- ¿Eh? - se volvió hacia mí, y volvió a sacudir las cadenas.
- No vas a conseguir nada... - gimió de dolor - se aprietan más si usas tus poderes.
- Eso ya lo había notado, gracias - espetó, y volvió al trabajo. Bufé, apartando la mirada, y miré a mi alrededor. No había literalmente nada. Ni siquiera un cristal. Era una sala completamente de metal, con la luz filtrándose a través de las paredes. El único mueble era la silla en la que me habían sentado, que no era de mucha ayuda. Localicé la puerta sin apenas esfuerzo.
Mi mente comenzó a maquinar formas de salir del lugar, cuando de pronto se abrió la puerta. Me temí lo peor, e hice una lista mental de todos los insultos que le soltaría a la Encargada como se le ocurriese tocarme.
Pero no era ella. Era uno de lo guardias, el más joven e inquieto. Nos miró con miedo en sus ojos, y cogió las llaves de su cinturón. Se acercó hacia mí a toda velocidad, y yo traté de apartarme, pero apenas lo conseguí por las ataduras.
- No tenemos mucho tiempo - susurró, y me liberó de las esposas, para luego ir a cortar el resto de cuerdas que me ataban a la silla. Fue como ver la luz del sol después de estar en una cueva por años. Me froté las muñecas, llenas de rozaduras, rojas y amoratadas. Me dolían. Las moví, maravillada. Se me había hecho una eternidad estar así encerrada.
Cuando quise darme cuenta, Klaus ya estaba libre, y me arrastraba fuera de la celda.
- ¿Por qué? - le pregunté al guardia, una vez fuera. Él me miró con determinación.
- Porque es lo correcto - y después, mi amigo salió corriendo, arrastrándome detrás de él. Libertad. Íbamos camino a la libertad... Y a la venganza.
~Narra Anabeth~
- ¡Esquívales - gritó Diego, mirando hacia atrás con inquietud.
- ¡Eso intento! - espeté de vuelta, girando bruscamente por una rotonda. Habíamos conseguido despistar a varias furgonetas, pero el resto nos seguían aún - ¡saca la maldita pistola y haz algo!
Él pareció caer en la cuenta de algo, y se le iluminó la cara.
- No tengo una pistola... Pero tengo algo mejor - y sacó dos cuchillos de alguna parte de su pantalón.
- ¿¡Y se te ocurre ahora!? - protestó Vanya.
- Estaba bajo presión, ¿vale? ¡No podía pensar con claridad! - se defendió él.
- ¡Vale, vale, lo que sea! - intervino Allison, frotándose la sien con concentración - cada uno a lo suyo. Luther, la pistola. Anabeth, conduce más rápido. Vanya, apáñate para quitarnos una furgoneta de encima, y Diego, a por los conductores. Yo voy a por otro vehículo, ¿entendido? - nadie protestó, por lo que se lo tomó como una respuesta afirmativa - ¡pues vamos, venga!
Y de pronto, la persecución se tornó más peligrosa... Y divertida. Derrapé hacia la derecha y me metí por un callejón algo angosto, y esquivé varios cubos de basura.
- ¡Eh, les tenía! - protestó Luther.
- ¡Ajo y agua! ¡La próxima vez, conduces tú... AHHH! - algo explotó por detrás, haciendo que saliéramos catapultados hacia delante. Traté de controlar el coche como pude, pero eso no impidió que girásemos ciento ochenta grados, y que diéramos varias vueltas antes de caer sobre ruedas. Tardé un segundo en procesar lo que acababa de pasar.
Lo justo para que una bala atravesase el vehículo y pasase por al lado de mi oreja. Después, puse el coche en marcha, ignorando los comentarios de los Hargreaves. El oído diestro me pitaba, y no oía bien. Bufé. Tendría que acostumbrarme a usar el izquierdo, por lo que lo agucé. Lo necesitaría para escapar.
- ¡Ve por ese puente! - dijo de pronto Diego.
- ¿Estás loco? - exclamó Luther, horrorizado - ¡vamos a morir si lo hacemos!
- ¡Al revés! - dijo de pronto Vanya. Señaló hacia delante - callejón sin salida. Maldije, y miré por el retrovisor. Tres furgonetas negras nos perseguían sin descanso. Era saltar por el puente o morir. Y yo aún era joven como para arriesgarme.
Así que giré el coche, derrapando por el camino, y aceleré en dirección al puente derruido. Había un boquete de al menos cinco metros, pero si conseguía alcanzar la velocidad adecuada... Nada. No íbamos a llegar, y el puente se acercaba demasiado rápido. Ciento cincuenta, ciento sesenta, ciento setenta y cinco... Y la furgoneta saltó por el puente. Lo último que pude pensar es que no lo conseguiríamos, antes de ponerme a chillar como una loca.
Nota de la autora:
He recuperado el cap siguiente. El jueves lo publico... Y ¡no queda demasiado xa terminar la historia! Bua, yo flipo.
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Btw, ir a seguirme a coolcollab, q comparto cn una amiga, q vamos a subir una historia sobre romance, peleas, adolescentes e institutos. Culebrón asegurado, entretenimiento incluido y nervios a flor de piel. Os va a encantar <3
Saludos españoles💖💖
La autora
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La hija perdida de Reginald Hargreeves - T/N y Cinco-
FanfictionTN vive en el sótano de la Umbrella Academy sin saber nada de nada. Pero su feliz ignorancia llegó a su fin pronto. Salió por primera vez de su sótano, y se encontró un mundo desconocido. Donde nada es lo que parece, todo tiene un trasfondo siniestr...