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Mark’s POV.

Hola, habla Reaven. Los motivos por los que no te contesto no son tu problema. Deja un mensaje después del molesto tono y no jodas más —por quinta vez, la contestadora era toda la respuesta que recibía al llamar a la loca de Reaven, y comenzaba a preocuparme. Llevaba dos días conociéndola y ya sabía que no era la clase de chica que puedes perder de vista.

Localicé con la mirada su bolso, tirado a un lado de la fogata, y lo tomé. Me preocupé aún más. Rebusqué con la mirada a la persona más cercana para preguntarle sobre su paradero y me encaminé hacia un grupo de rubias que me miraban descaradamente.

—Disculpen, ¿han visto a Reaven Hayes? —Les pregunté. Todas negaron con la cabeza, y una me guiñó el ojo. Pasé de ella y seguí mi camino.

—Oye, tú, rubio, ¡espera! —Escuché una voz detrás de mí. Supuse que era conmigo, así que me viré hacia la voz.

Me encontré con una pequeña pelirroja muy bonita, con un vestido blanco playero.

—Escuché que preguntaste por Reaven, mi mejor amiga. —Dijo con orgullo—. Yo soy Lindsay, pero dime Lynn —estreché su mano.

—Marcello, pero dime Mark. ¿Tienes alguna idea de dónde está metida?

—Pues, la vi caminar hacia Luke, así que debe estar en su auto follando. —Se encogió de hombros y algo en mi interior se revolvió—. No te preocupes, estará bien. —Tomó un trago de su bebida y sacó su teléfono del escote de su vestido. Me ruboricé—. ¿Luke? ¿Qué pasa?... ¿¡Qué!? N-no puede ser, Dios —comenzó a dar vueltas nerviosa. Noté que sus manos temblaban y comenzó a llorar—. Vale, iré hacia allá.

Colgó y se tiró en el suelo a llorar desconsoladamente. Yo me agaché junto a ella y la abracé. No sabía muy bien qué hacer cuando una chica lloraba, así que sólo le di mi pecho para llorar.

—¿Qué pasa Ly? ¿Está todo bien?

—R-Reaven… hospital… —fue todo lo que logré entender en su balbuceo, pero fue suficiente como para levantarme y ayudarla a lo mismo. Mi corazón comenzó a latir muy fuerte dentro de mi pecho, asustado. Rebusqué con la mirada a Jared.

A la mierda Jared. Ya lo llamaría.

Tomé el bolso de Reaven, la mano de una desconsolada Lindsay y la guié a mi camioneta. Subimos rápidamente y ella se encogió en el asiento, llorando con más fuerza.

—¿Qué hospital? —Le pregunté con seriedad.

—El hospital central —balbuceó, y yo aceleré. Temía por lo que le hubiera pasado a Reaven.

Del bolso de Reaven comenzó a sonar Summer. Supuse que era una llamada entrante. Antes de que pudiera tomar el teléfono, Lindsay se adelantó y contestó con voz tranquila.

—¿Hola? —Sus ojos se abrieron como platos y tragó con fuerza—. H-hola señora Cinthya… Sí, sigo aquí… —Lindsay se refregó los ojos y suspiró—. Señora, Reaven estaba en la fiesta del espíritu porque le pedí que viniera, la necesitaba con urgencia conmigo y ella aceptó. Todo fue mi culpa. —Su voz se quebró y dio rienda suelta a las lágrimas—. Reaven va de camino al hospital central. No sé qué ocurrió, pero yo también voy para allá… de acuerdo. Adiós.

Apenas soltó el teléfono comenzó a murmurar una y otra vez «la cagué». Supe que había delatado a Reaven, pero por ahora, lo único importante era que ella estuviera bien.

Aunque el hospital quedaba cerca, el trayecto hasta ahí me pareció infinito. Aparqué en el primer puesto que vi disponible y Lindsay y yo bajamos corriendo. Entramos al hospital y vimos sentado en espera a Luke, quien tenía los ojos hinchados y la ropa llena de sangre. No podía ser buena señal.

ReavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora