Reaven's Pov.
—Rea, despierta. —Escuché la voz de Lynn y mis ojos poco a poco se fueron abriendo.
—¿Hm? —Murmuré somnolienta. Me refregué los ojos y estiré, queriendo alejar el sueño de mi cuerpecito—. ¿Qué haces aquí?
—Tu madre tuvo que salir por una reunión con la agencia y necesitaba a tu padre para que tomara las medidas. —Rodé los ojos. Ni aunque su hija esté moribunda en un hospital pueden quedarse conmigo—. Pasé la noche aquí —sonrió con dulzura. Lynn
Lynn y yo nos conocíamos el mismo tiempo que Jared y yo, y jamás nos habíamos dejado de hablar o discutido seriamente.
—¿Qué hora es? —Inquirí, viendo el exterior a través de la ventana. Seguía oscuro.
—Las cinco y media. Es hora de la resonancia magnética —respondió otra voz, haciendo que diera un pequeño brinco. Maldición, ¿acaso es la semana de maten-a-Reaven-de-un-infarto? Había una enfermera en la puerta, esperando por mí.
—Aguarda, ¿es esa cosa en la que te meten en un tubo con ruidos raros?
Lynn asintió. Tomó una chaqueta de cuero y me la puso como cobija, mientras me extendía su codo para caminar, aunque era más bajita que yo.
—Wow Rea, ¿tienes frío? Estás temblando —apuntó Lindsay, pero mi temblor no tenía nada que ver con el clima.
Soy claustrofóbica. Odio los espacios cerrados, entro en pánico. Y si no me equivoco, sufriré de un ataque durante este examen.
—No sabes quién se quedó toda la noche en una silla. —Exclamó animada Lindsay. Yo la vi, ladeando la cabeza para que continuara—. ¡El sexy ragazzo!
Yo alcé una ceja y sonreí. El muy bobo seguía preocupado por mí.
—Oh, Jared también sigue aquí.
Yo asentí. Si Jared no estaba aquí cuando me asomara en las sillas de espera, lo mataría sin duda alguna. Para ir hacia el área donde estaba la máquina, debíamos pasar por ahí, y así hicimos.
Sonreí al ver a Mark acostado sobre el pecho de Jared, ambos profundamente dormidos. Jared rodeaba a Mark con su brazo y el último se aferraba a la cintura de mi mejor amigo con fuerza.
Yo reí junto a Lynn y ella sacó el teléfono, tomándoles una foto. Ante el sonido, ambos despertaron, y al verse en la situación en la que se hallaban, se separaron y fingieron no conocerse, lo que hizo que Lynn y yo riéramos aún más.
—Hombre, ¡me babeaste! —Reclamó Jared a Mark.
—¡Yo no hice...! —Se llevó una mano a su mejilla, tocando la baba—. Uh. Lo siento viejo.
—¿Cómo te sientes Reaven? —Preguntó atentamente Jared.
—Bien, aunque estoy muy nerviosa. —Dije mordiéndome el labio.
—Va camino a la resonancia magnética. —Explicó Lynn y Jared asintió.
—¿Y qué ocurre con eso? —Interrumpió Mark.
—Reaven es claustrofóbica —respondió Jared.
—Señorita Hayes, vamos, su cerebro debe estar levemente dormido para el examen —la enfermera castaña de hace unos minutos nos avisó, y mis manos comenzaron a temblar aún más.
Llegamos al lugar y me pidieron que me colocara la bata y me sacara accesorios y el sujetador, y me estaba congelando. Un chico me guió hacia la máquina. Me indicó que me recostara en la camilla de la máquina y me entregó algo parecido a una granada.
—No puedes moverte en absoluto. Ni parpadear. Si puedes dormirte, perfecto. Si entras en pánico, aprieta esto —señaló la cosita gris— y yo detendré el examen, ¿vale?
Yo asentí. Sería complicado no moverme con tanto frío que tenía y lo nerviosa que estaba. La opción de dormirme estaba absolutamente descartada, ya que una vez que me despierto, es imposible que me vuelva a dormir.
Escuché la puerta cerrarse y yo temblaba como gelatina. Hacía un frío de mierda.
—Allá voy —anunció el chico a través de un micrófono.
Yo respiré hondo. Con calma Reaven, tú puedes con esto.
Pero mi mentalidad comenzó a cambiar cuando comenzaron los sonidos de golpes. Cerré los ojos y me repetía numerosas veces que debía estar tranquila, pero simplemente no lograba estar del todo quieta.
—Quieta —escuché nuevamente la voz.
Simplemente me estaba dando ansiedad continuar ahí. Y cuando el punto de mi temor llegó a dejarme sin respiración, no dudé en apretar la perita gris. Segundos después, la cama se desplazó hacia el exterior y yo me senté con la cabeza entre las piernas antes de desmayarme.
—¿Te encuentras bien? —El enfermero o lo que sea que él fuera, entró nuevamente y apoyó una mano en mi espalda. Yo respiraba hondamente y simplemente asentí—. ¿Quieres que pase alguien?
Mordí mi labio inferior y asentí. No importaba quién fuerza, sólo quería que alguien estuviera a mi lado mientras estaba en ese aparato infernal.
El chico salió de la habitación y minutos luego la puerta se abrió nuevamente.
—¿Teniendo un ataque de pánico? —Preguntó la ronca voz de Mark.
—Muy chistoso, Bianco. —Mi voz sonaba débil y temblorosa. Estaba realmente cagada de miedo.
Él caminó hacia mí, sus pasos resonando en la habitación vacía y silenciosa. Mark se sentó a mi lado y colocó su mano sobre la mía, como diciéndome que él estaba ahí y que todo estaría bien. Y aunque tenía muy poco de conocerlo, me reconfortaba que estuviera ahí.
—¿Lista? —Preguntó nuevamente el chico.
—Sé fuerte, tú puedes con esto chica —me apoyó Mark, dándome una sonrisa apretada. Yo le devolví el gesto y me recosté en la camilla—. Estaré justo aquí Rae, no te asustes.
Yo asentí y apreté los labios. La camilla ingresó nuevamente a la máquina y los sonidos iban incrementando. Traté de mantener mi mente aislada del bullicio. Comencé a cantar canciones en mi cabeza, a inventar historias o debatir conmigo misma sobre temas sin importancia. Y antes de que lo notara, la resonancia había acabado.
La misma enfermera de hacía momentos entró con mi ropa y me explicó que en la tarde un neurólogo revisaría mis exámenes, y dependiendo de los mismos, podría irme esta noche o la mañana siguiente.
Me dirigí a los servicios para colocarme la ropa, incluida la chaqueta negra —que a estas alturas desconozco a quién pertenece— y salí para encontrarme con Mark.
Caminamos en dirección a mi habitación nuevamente, en silencio.
—Gallina —comentó, haciéndome reír. Lo codeé y continuamos nuestro camino.
Entramos en la habitación, donde Lynn y Jared nos esperaban, ambos acostados en mi cama, viendo Glee.
—Muy cómodos, ¿no? —Dije poniendo mis brazos en jarras.
Ellos saltaron lejos de la cama y se sentaron en el diván. Mark y yo reímos.
—¿Qué tal tu claustrofobia? —Preguntó Lynn.
—Está bien, ya habla y camina. —Respondí y Jared explotó a carcajadas.
—Eres una tonta —Lynn negó con la cabeza riendo.
La verdad es que casi ni había notado el examen luego de que Mark entró, pero no lo diría en voz alta, ya que comenzarían a joderme con que me enamoré del italiano. Y obviamente eso no iba a ocurrir.
Todavía estoy joven, mi vida debe basarse en irme de joda, emborracharme, tener aventuras locas con mis amigos, líos de una noche; nada de seriedad. La seriedad se la dejaré a los viejos que tienen el cuerpo lo suficientemente oxidado como para divertirse.
El amor y Reaven no piensan conocerse todavía.
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En multimedia el papá de Reaven n.n
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Reaven
Teen FictionReaven Hayes es conocida por su mal genio, su espíritu parrandero y su destreza como jugadora de fútbol americano. Pero no te confundas, no es una de esas niñas que se visten masculinamente hasta que llega un chico y las cambia. No. Reaven es femeni...