—Estoy en casa ma —grité, mientras cerraba la puerta y depositaba en el suelo mi mochila.
—Reaven, querida. —Dijo ella. Llevaba un ajustado vestido azul rey—. ¿Qué tal tu dí…? R-Reaven. ¿¡Qué le pasó a tu cara!? —Chilló horrorizada.
Mierda y más mierda. Había olvidado inventar una excusa, y Jared, mi defensor, no estaba aquí para calmar a las fieras que son mis padres. Estaba jodida.
—Siempre he sido así de fea —contesté, riendo con inocencia.
—¿Qué sucede Cinthya? Oh, Reaven, llegaste… ¡Oh, Jesús!
—No, sólo soy Reaven.
—¡Para de bromas Reaven! ¿Qué le pasó a tu cara? —Inquirió mi padre, con los ojos muy abiertos.
—Siempre he sido así de…
—No otra vez tu mal chiste, Reaven. —Reprochó mi mamá, lanzándome una mirada asesina.
Suspiré. Estaba muerta, oficialmente.
—¿Qué pasó, Reaven? ¿En qué lío te metiste esta vez? —Quiso saber mi padre, cruzado de brazos.
Algo en mi mente brilló. Era esto o morir en la horca.
—¡Papi! ¡Fue horrible! —Comencé a «sollozar» en los brazos de mi papá, quien me abrazó de vuelta extrañado—. Ella simplemente es muy mala conmigo —apreté con fuerza los ojos para que se vieran rojos y llenos de lágrimas.
—¿Quién cielo? ¿Qué pasó? —Preguntó mi madre, colocando sus manos en mi espalda—. Ven, siéntate.
Me separé de mi papá, sorbí mi nariz y bajé el rostro para que no se dieran cuenta de que mis lágrimas estaban ausentes. Apreté más los párpados y comencé a pensar en aquella vez que mi teléfono rodó por las escaleras en una de mis borracheras y no paré de llorar al día siguiente. Al fin, las lágrimas salieron.
—¡Lina! Por favor, prepara un té de manzanilla, por favor.
—Enseguida —contestó nuestra ama de llaves suiza.
Mis padres se sentaron en el sillón junto a mí. Mi papá tomó mi cabeza para que la recostara sobre su pecho mientras mamá acariciaba mi cabello.
—¿Qué sucedió? —Volvió a preguntar mi padre, esta vez menos severo.
—Papi, sabes que me gusta tomar duchas largas, y terminé de última hoy. —Sorbí mi nariz para parecer más creíble—. Alisson Green y Amanda West robaron mi toalla y mi bolso, donde estaba mi celular y mis cosas. Tuve que ir hasta las duchas de los hombres, sin ropa y… oh Dios —fingí llorar más fuerte. Mi papá siseó suavemente acariciando mi cabello—. Gracias al cielo estaba sólo Jared ahí. Él me prestó algo de ropa y cuando fui a pedirle mi bolso devuelta a Alisson, me atacó. Me arañó la cara y yo la empujé y estrelló el rostro contra el suelo. Jared me separó de ella y le pidió a Jake McBride de vuelta mis cosas. ¡F-fue horrible papi! —Chillé, hundiéndome en su pecho para ocultar mi sonrisa. Soy la mejor actriz que existe. Seguramente afuera me esperan con mi premio Oscar.
—Ya pasó cielo —dijo mi madre, tranquilizándome—. Ya pasó.
Yo asentí y me refregué los ojos.
—¿Qué haces James? —Dijo mi mamá cuando papá se levantaba del sofá.
—A llamar a Steve. Debe saber la clase de hija que tiene —contestó fríamente mi papá, tomando el teléfono.
Oh, santa mierda.
—N-no, papi, no hace falta, está bien.
—Cariño, es normal sentir miedo en estos casos, pero deja que los adultos resolvamos esto, ¿vale? Una vez hablemos con su padre, esto no volverá a ocurrir. —Mamá tomó mis hombros y besó mi frente—. Ahora ve a dormir, debes estar exhausta.
Asentí. Me despedí y subí lentamente para continuar con mi papel de chica golpeada. Una vez estuve fuera de su campo de visión, corrí a mi habitación, tomé el celular y hablé por el grupo de WhatsApp que tenía con Jared y Lindsay, mi amiga la porrista.
Reaven, 6:32 pm: ¡¡Chicos!! ¡Emergencia!
Jared, 6:33 pm: ¿Qué ocurre?
Reaven, 6:33 pm: ¿Y Lindsay?
Lindsay, 6:34 pm: Presente. ¿Qué pasa?
Reaven, 6:34 pm: Bueno, para informarte, amiga ausente, hoy tuve una pelea con Alisson a la salida del entrenamiento en pleno estacionamiento. Estoy casi intacta, pero me arañó muy feo la cara. Les dije a mis padres la historia pero… modificada.
Lindsay, 6:35 pm: ¿Pelea? ¿Por qué? ¿Arañazos? ¡Foto!
Rodé los ojos y coloqué la cámara frontal de mi teléfono. Enfoqué los arañazos. Uh, se veían peor de lo que creía. Capturé la foto y la envié.
Lindsay, 6:36 pm: ¡¡Santa mierda Reaven!!
Jared, 6:36 pm: Alisson está peor.
Me aburrí de textear y pulsé el ícono de la nota de voz. Les expliqué la historia con detalles —al menos a Lindsay, que se había perdido la mejor parte— y sobre la mentirita blanca que les dije a mis padres con respecto a la historia.
Inmediatamente, Lindsay me llamó.
—Oh, por el maldito infierno, ¿ya terminaron de hablar con el viejo Green? —Dijo a modo de saludo.
—Sí, hola a ti también —bufé—. No lo sé. Vine a encerrarme a mi cuarto porque estaba «cansada» según mamá.
—Ahora sí que estás jodida Reaven Hayes.
—Lindsay. No ayudas. Por ahora debo mantener mi historia creíble. Te dejo, está apunto de comenzar Criminal Minds.
—Vale. Buena suerte —me dijo.
—Gracias. No te pierdas de nuevo zorra —ella rió y corté la llamada.
Dejé mi teléfono sobre la mesita de noche y encendí el televisor, sintonizando AXN. El openning de Criminal Minds estaba comenzando, cuando de pronto…
—¡Reaven! —Escuché gritar furioso a mi padre desde la planta baja.
Maldita sea.
Me habían descubierto.
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Reaven es una niña mala jojojo. A la derecha encontrarán a Lindsay, mejor conocida como Lynn.
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Reaven
Teen FictionReaven Hayes es conocida por su mal genio, su espíritu parrandero y su destreza como jugadora de fútbol americano. Pero no te confundas, no es una de esas niñas que se visten masculinamente hasta que llega un chico y las cambia. No. Reaven es femeni...