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—¡Maldita! —Grité.

—¿Eso no es tuyo Reaven?

—¡Lo es! —Grité—. ¡Puta desgraciada, se las verá conmigo! —Bramé, sintiendo mí sangre hervir.

Bajé de las gradas de un salto y caminé furiosa hacia el estacionamiento,  donde seguramente la puta de Alisson se estaría revolcando con Jake McBride.

—Oh no —escuché decir a Jared mientras oía sus pasos siguiéndome.

—¿Qué pasa? —Preguntó Mark.

—La venganza de Reaven. Eso pasará.

Apreté los puños con fuerza. Me importaba una mierda no llevar sujetador, me importaba una mierda estar usando los bóxers del chico nuevo, me importaba una mierda todo, el único pensamiento claro en mi cabeza era que le arrancaría a Alisson la suya.

—¡Reaven, espera! —Gritó Mark, pero simplemente estaba demasiado concentrada en descargar toda la ira que sentía contra ella.

Me detuve en la puerta principal del instituto, buscando con la mirada una cabellera castaña tirando a rubia. Y ahí estaba, efectivamente, contra el Mustang negro de Jake, besando a este apasionadamente, mientras llevaba sus manos a su trasero. Qué poca decencia.

Caminé pisando fuerte. Sentía mi cuello y rostro arder por la ira. Me detuve junto a ellos, pero estaban tan concentrados toqueteándose que ni cuenta se dieron de mi presencia hasta que tomé bruscamente a Jake por la camisa y los separé.

—¿Qué demonios te…? —Comenzó Alisson, indignada, pero le impedí terminar la oración ya que estampé la palma de mi mano contra su rostro.

La bofetada resonó, y Mark soltó un «uhh».

Tomé a Alisson del cabello con fuerza y la coloqué de espaldas a mí. Ella chilló, pero ¿saben? Me vale mierda su dolor. Se lo merece. La arrastré lejos del estacionamiento, un lugar donde tuviera una perfecta vista de su obra maestra y supiera por qué iba a ser molida a golpes.

—¿Ves lo que te pasa cuando te metes con Reaven Hayes, puta? —Escupí, forzándola a ver mis bragas al aire.

—¿Qué acaso no toda la academia las había visto ya, perra? —Rió con dificultad debido a la posición en la que tenía el cuello.

Si seguía apretando con tanta fuerza la mandíbula, se me romperían los dientes.

—Ya está. —Dije, y exploté.

Volví su rostro para que me viera y esta vez, en lugar de abofetearla, encajé mi puño cerrado con su mandíbula. Solté su cabello y pateé su abdomen para que cayera al suelo, donde me senté sobre ella y la golpeé repetidamente en el rostro, mientras ella intentaba defenderse y chillaba. Al fin pudo hacerme algo. Enterró sus uñas en mi mejilla y me arañó.

—¿¡Es lo mejor que tienes, maldita!? —Grité mientras seguía golpeándola.

Veía rojo de la ira.

Alguien me tomó de la cintura y me alzó, mientras yo forcejeaba.

—¡Suéltame, maldición! —Bramé con una fiera.

Arañé los brazos de mi captor y conecté mi codo con su abdomen, pero ni se inmutó. Yo pataleaba y arrojaba todo mi peso hacia adelante, pero era inútil.

—¡Reaven, cálmate, maldición! —Gruñó Mark, pero estaba enfocada en matar a esa zorra. Y cuando algo se me mete a la cabeza, bajará Dios a pedirme que lo olvide, y no pasará.

Jared llegó al rescate de Mark, tomando mis piernas para que dejara de batallar. Tenía mi bolso colgado en el hombro y se veía asustado. Ambos me lograron meter en una camioneta plateada y cerraron con seguro para que no pudiera escapar. Mark subió al puesto del piloto y Jared subió atrás.

Podía sentir mi sangre hirviendo.

—¡Debieron dejarme matarla! —Les reclamé, queriendo romper la ventana con mis puños.

—Reaven, por favor, cálmate. Estoy seguro de que necesitará cirugía gracias a ti —gruñó Jared.

Resoplé y fijé mi vista en la ventana.

—Le hice un favor. Así le arreglan la cara de perro que tiene.

Mark rió finamente, y el resto del viaje fue en silencio. El rubio estacionó frente a una enorme casa blanca, imagino que su casa.

—¿Qué hacemos aquí? —Preguntó Jared.

—A menos que quieras que sus padres vean su rostro como está, será mejor que pasemos por aquí y mi hermana haga algo con esos arañazos. —Dijo señalando mi rostro. Hasta este momento no había sentido el ardor proveniente de mi mejilla, y mucho menos las gotitas de sangre rodando por mi mejilla—. Y estos —levantó el brazo llenó de marcas de uñas. Mis uñas.

—Lo siento tanto Mark… —comencé, pero él levantó la mano para que me callara.

—Deberías disculparte con Alisson. Ella se llevó lo peor. —Rió—. Recuérdame jamás hacerte enojar.

—Después de hoy, no olvidarás que no debes meterte con Reaven Hayes —dije y me bajé de la camioneta.

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En multimedia tenemos al sexy Jared. Lamento la tardanza, pero hasta hoy tuve Internet:c. Espero les guste.

ReavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora