4

393 37 6
                                    

Jared, Mark y yo entramos a la casa del rubio. Era enorme y blanca, las paredes estaban llenas de cuadros de arte abstracto. Mark dejó las llaves sobre una mesa de cristal junto a la puerta y nos indicó que nos sentáramos en el sofá mientras él buscaba a su hermana.

—Sigo preguntándome cuándo aprendiste a defenderte tan bien —comentó Jared, observando con atención mi rostro.

—Cuando tus padres son jodidamente influyentes y tienen más dinero que ganas de vivir, necesitas saber protegerte en caso de un ataque —expliqué encogiéndome de hombros.

—Los míos me metieron en clases de boxeo desde los ocho por la misma razón.

Escuchamos la voz de Mark junto a la de una chica, y pronto ambos aparecieron frente a nosotros.

—Chicos, ella es mi hermana mayor, Dahnya —nos dijo, presentándonos a una castaña muy linda.

—Encantada —dijo con un acento tan marcado como el de Mark.

 Jared y yo estrechamos su mano. Ella era del color de la nieve y sus ojos resaltaban. Mark y ella no se parecían en mucho. Mark tenía el cabello entre castaño y rubio, mientras que Dahnya era totalmente castaña.

—Wow chica, ¿qué te pasó en la cara? —Dijo Dahnya, con los ojos como platos, señalando mi ensangrentado rostro.

—Siempre ha sido así de fea —guiñó Jared, haciendo que todos rieran. Yo lo codeé.

—Tuve una pequeña pelea —me encogí de hombros con inocencia.

—¿Con mi hermano? —Alzó una ceja, tomando el brazo lastimado de Mark.

—Él se metió en medio. —Explicó Jared.

—¿Y por qué llevas la ropa de Mark?

—¿Eres policía? —Espeté, perdiendo la poca paciencia que tengo.

Ella me vio un momento seria y luego echó a reír. ¿Me veía cara de payaso acaso?

—Me agrada tu carácter, bambina[2]. —Dijo de repente—. Ven, vamos a limpiarte esa cosa.

Me tomó de la muñeca y me llevó escaleras arriba. Le dirigí una mirada a Jared que decía claramente «¿qué carajos?». Nos detuvimos frente a una de las tantas puertas de la mansión Abrió la puerta y me dijo que me sentara en la cama. Entró a lo que supongo que es el cuarto de baño y salió con un botiquín.

—Estate quieta —ordenó, mientras viraba mi cara para estar de frente con la herida.

Colocó un pedazo de tela húmeda y en el momento en que esta hizo contacto con mi piel la herida empezó a escocer. Ahogué un grito, apreté los puños y me mordí el labio inferior con fuerza.

—¿Eres doctora? —Pregunté.

—En eso estoy —respondió—. Estoy en el segundo semestre.

—Vaya. ¿Qué edad tienes?

—Veintidós. ¿Y tú?

—Diecisiete —succioné aire cuando la herida comenzó a arder como el infierno.

Permanecimos un rato más en silencio mientras ella terminaba de sanar mis heridas. Tocaron la puerta y Dahnya respondió con un «pase» sin despegar la vista de los rasguños.

—¿Cómo van? —Escuché la voz de Mark, quien se recostó contra el marco de la puerta con los brazos cruzados—. Venía a verificar que ninguna estuviera muerta. En especial tú, Dahnya.

—¡Oye! —Ella dejó su trabajo para mirar a Mark—. También sé pelear.

—Estoy seguro que Alisson también, pero Reaven le rompió la cara.

—Pero no salió invicta del todo —replicó y volvió a su labor.

Pasaron aproximadamente dos minutos de total silencio, y Mark comenzaba a incomodarme con su mirada.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —Dije, tocando mi rostro, y me arrepentí en el momento en que mis dedos tocaron las heridas.

Mark rió.

—¿Te han dicho que eres un poco torpe? —Preguntó y yo reí con sarcasmo.

—Listo. No fueron lo suficientemente profundos como para dejar marcas cuando cicatricen, al menos, no marcas que no se oculten con un poco de maquillaje —explicó Dahnya.

Asentí.

—Gracias. Mark, ¿me indicas donde está el baño? Tu ropa interior es incómoda —comenté y Dahnya me observó atónita—. Puf. Como si jamás hubieras usado ropa interior de hombre. Mojigata —dije burlona. Mark rió y me indicó dónde estaba el baño.

Le agradecí y me encaminé hacia el sillón donde habíamos estado. Tomé mi bolso que se encontraba junto a Jared, quien estaba demasiado concentrado en pasar Flappy Bird como para notarme. Saqué la ropa del bolso y caminé hacia el baño. Me la coloqué, doblé ordenadamente la de Mark y salí.

Mark y Jared hablaban animadamente sobre algo, imagino que soccer, cuando llegué. Me vieron y ambos sonrieron.

—Ahora sí te ves como una chica —comentó Jared burlón.

Sonreí y le enseñé mi dedo del medio.

—Y ahí se va toda la feminidad en ti —rió junto a Mark.

—¿Nos vamos? —Pregunté. Jared asintió y se despidió de Mark con uno de esos apretones de mano seguido de un abrazo que se dan los hombres siempre.

—¿Están muy lejos de sus casas? —Preguntó Mark.

—No. Una cuadra o algo así. —Respondí—. Gracias igualmente.

Jared me observó extrañado.

—¡Oh Dios mío! ¡Lloverá para arriba! ¡Reaven Hayes dijo «gracias» sin haber sido obligada! ¡Todos corran! ¡El apocalipsis se avecina! —Gritaba Jared mientras corría en círculos agitando los brazos al aire como un demente.

Mark lo vio y luego dirigió su mirada hacia mí.

—¿Es normal que se comporte así?

—A veces —me encogí de hombros.

Tomé a Jared por la muñeca, colgué mi bolso de mi hombro y caminé hacia la salida. Me despedí con la mano de Mark, quien devolvió mi gesto con una sonrisa y partí de ahí.

Íbamos a mitad de camino hablando sobre mi épica pelea cuando mi teléfono vibró. Casi me olvidaba de su existencia. Mi pobre bebé.

Mensaje de: Desconocido.

Fue un gusto conocerte, Reaven Hayes. Al menos no tendré que llamarte «la chica que se apareció desnuda mientras me duchaba». Te veo por ahí, chica.

—Marcello.

Sonreí al teléfono. Revisé mis llamadas y me percaté que él se había llamado para guardar mi número. Chico travieso.

_________________________________________________

Lamento la tardanza:c. Pero equis, está el nuevo cap, bla, bla, bla. Me desalentó un poco el número de comentarios en el capítulo anterior, y muchísimo, pero igual les agradezco por todo<3. Enyway, a la derecha encontrarán a Dahnya. 

ReavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora