Estaba con mis grupo de amigos en un banco de mi apartamento pasando una tarde de verano. Tú estabas entre ellos, sentado a mi lado. Podía notar la tensión, y tu también. Poco a poco nos acercábamos más y nuestros ojos se encontraban con más intensidad. Nuestros amigos se estaban yendo poco a poco hasta dejarnos a solas. Te acercabas a mi lentamente mientras reíamos y acabé bajo tus brazos con mi espalda apoyada en la tuya. Me sentí segura. Un abrazo tuyo era lo que más necesitaba en ese momento.
Estaba tan cómoda que me olvidé de todo nuestro entorno. Apoyaste tu barbilla sobre mi cabeza y cerré los ojos. Sentía que en ese mismo momento nada ni nadie podía hacerme daño. Al abrir los ojos vi tus manos acercándose a las mías suevamente. Antes de llegar acariciaron mis brazos provocándome un escalofrió en todo mi cuerpo dejándome una agradable sensación en mi. Siguieron su camino bajando por mi antebrazo hasta mis muñecas para por fin llegar a mis manos. Las tuyas eran más grandes que las mías y las envolvían completamente. Las acariciaste dulcemente mientras entrelazabas tus dedos con los míos cuidadosamente. Yo dejaba que tus dedos apartasen los míos. Le di la vuelta a tus manos para observarlas, acaricié tus dedos como muestra de cariño y pude notar como sonreías por eso. Aparté mi cabeza a un lado dejando que la tuya se apoyase en mi hombro. Así pude ver la sonrisa que me habías dedicado. Volví a ver tus preciosas manos pero notaba que me seguías mirando. Giré la cabeza de nuevo para que nuestros ojos se encontraran. Y allí, mientras me abrazabas, me sentí como en casa. Note como bajaste la mirada a mis labios lentamente y me volviste a mirar. Note tus intenciones de besarme pero parecía que no te atrevías. No se si era el miedo el que te frenaba pero, contigo abrazándome, me sentí lo suficientemente fuerte para empezar el beso. Nunca había besado a nadie antes pero tenía la confianza de que con él todo iba a salir bien. Junte mi nariz con la tuya. Me miraste sorprendido, se que nunca hubieras imaginado que yo tomaría la iniciativa. Nuestros labios ya estaban muy cerca y la tensión que siempre habíamos tenido no paraba de aumentar. Y por fin, mis labios rozaron los tuyos.
Estaba en mi habitación, tapada con la sabana. El reloj marcaba las cinco y media de la tarde. Me había dormido viendo una de mis series favoritas por quinta vez. No me di cuenta al instante pero no podía dejar de sonreír. Sentirse abrazada por la persona a la que amas, sentirse abrazada por ti, me había hecho sentir muy cómoda. Pero todo lo bueno acaba y por desgracia nada había sido real si no un simple sueño. No estábamos en mi apartamento, nunca quedamos con nuestros amigos. Nunca me abrazaste de esa manera ni acariciaste mis mano con la mayor dulzura con la que podías haberlo hecho. Aunque sí me miraste así alguna vez, y sí tuvimos esa tensión. Aún así parece haber sido todo cosa del pasado, ya no me miras como antes. No me hablas como antes. Parece que todo lo bonito que íbamos a vivir lo viviremos en mis sueños porque tú, decidiste irte con ella antes que conmigo.
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Relatos cortos - Mañanas conmigo misma
Short StoryRelatos cortos y reflexiones sobre situaciones y sentimientos, tanto ficticios como reales. Vuelco mis emociones sobre media página y me desahogo haciendo lo que más me gusta, escribir. En cierto modo poesía .