【Capítulo 59】

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Una pequeña niña que acababa de cumplir sus tres años se encontraba de rodillas en una gran habitación vacía de aquella enorme casa tradicional.

Su expresión era neutral, su piel era tan blanca y su cabellera tan oscura, si no fuera por sus constantes parpadeos cualquiera pudiera confundir la con una muñeca de porcelana.

Su kimono negro no lograba cubrir todas sus heridas, las mangas estaban algo elevadas así mostrando las rojizas marcas que se extendían por sus brazos y piernas, mientras que las de su espalda era cubierta por sus prendas.

Su entrenamiento había acabado hace unas horas y se encontraba arreglada para esperar a su padre que debió haberse presentado en aquella habitación hace más de media hora.

Sus piernas dolían al estar tanto tiempo en esa posición, mucho más al no tener ningún cojín. Aún así no se movía, no había ninguna expresión en lo poco que su rostro mostraba al tener puesta su mascarilla, tampoco soltaba algún quejido.

De pronto la puerta se abrió, la pequeña ojirojo no se movió. No tenia permitido hacerlo hasta que le dijeran.

A la gran habitación entró un alto hombre en traje, detrás de él un pequeño niño no más grande que la muchacha que se encontraba ya en aquella habitación.

Aquel hombre era atractivo, su cabello azabeche estaba bien peinado, era alto y de espalda ancha, su clara piel y sus ojos rojo rubí llamaban siempre la atención de las personas y muchas envidiaban a la esposa de este poderoso hombre.

El pequeño era bastante parecido a él con la diferencia de que sus ojos eran un poco más claros, como un fuerte fucsia. Aun así muchos lo confundían con su hijo sin saber que él era el hijo de su difundo hermano.

El adulto paso por al frente de ella y se colocó a unos metros sobre un cojín junto a su acompañante.

-Natsuki- la voz resonó por el lugar, pero eso fue una señal para la menor de que se le era permitido alzar la mirada- Este es Ichiro, Sumiyoshi Ichiro. Tú primo. Vivirá con nosotros de ahora en adelante, espero que seas buena con él.

-Si, Otou-Sama- ella simplemente asintió y volvió a agachar su mirada.

-Tú sensei me a comentado tú procesó en los entrenamientos, dice que has progresado bastante aun teniendo tu edad- hablo seriamente dándole un sorbo a su té- Pero aún asi no es suficiente, por eso tienes esas marcas. Espero que te sigas esforzando al máximo. Es tú deber después de todo.

-Si, Otou-Sama- volvió a repetir.

-Ichiro, ve con Natsuki ella te llevará a la que sera tú habitación- la pelinegra se levanto con cuidado y empezó a caminar a la salida con su primo detrás- Si lo tratas mal, lo que sucedió hoy volverá a pasarte.

-Si, Otou-Sama- volvió a repetir, pareciendo un disco rayado.

Ambos infantes caminaban por el largo pasillo para llegar a donde se quedaría a dormir, ambos iban en silencio. Siendo algo incómodo para el nuevo integrante de aquella familia y tímidamente empezó a jugar con dedos considerado si llamar la atención de la menor o no.

-Mmm... ¿Natsuki-San?- la chica lo miro de reojo, en silencio- P-Puede contestar, no hay problema.

-Dígame, Ichiro-Sama- le contesto.

-N-No es necesario que use el 'Sama' en mi, solo soy un dos años mayor y en realidad usted es mi superior.

-La mayor prioridad es usted, si algo le sucede esa responsabilidad cae en mi- le dijo simple.

❀ 𝒜 𝓉𝓇𝒶𝓋ℯ́𝓈 𝒹ℯ𝓁 𝓉𝒾ℯ𝓂𝓅ℴ  ❀ 𝚂𝚊𝚗𝚘 𝙼𝚊𝚗𝚓𝚒𝚛𝚘×𝙾c ❀【ᶠⁱⁿᵃˡⁱᶻᵃᵈᵃ】 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora