–¿Tarea de historia? ¡Lista! –digo a mí misma señalando las hojas tamaño carta engrapadas en mi escritorio.
Es una costumbre mía repasar en voz alta todas las actividades que debo realizar y que ya deberían estar hechas. Nada del otro mundo.
–¿Ropa planchada? ¡Lista! –señalo la playera y pantalon de mezclilla acomodados sobre la silla junto al escritorio mencionado–. ¿Qué más me falta?
Doy un vistazo al reloj colgado en mi pared para enterarme del tiempo.
Las 8:00 pm.
–¿Cómo era aquella frase que decía cuando eran las ocho? –murmuro pensativa–. Esa… la que me obligó aprenderme mi mamá de pequeña…
Piensa, piensa, piensa…
–¡Ah! Si las ocho has llegado, es que del baño te has olvidado.
Esa linda y hermosa frase que mi madre creó para mí lo hizo ya que de chiquita siempre me olvidaba del aseo personal. Sí, así de cochina era.
Bueno, sin más interrupciones, voy en busca de la toalla y mi ropa interior. Saco un brasier y unos calzones…
Espera… ¿qué?
¿¡Qué?!
¿¡QUÉ?!
¡¿QUÉ?!
¿¡QUÉEEEEEEEEE?!
–¡LO HABÍA OLVIDADO! –grito asombrada a los cuatro vientos sin dudarlo.
Mierda, lo había pasado de alto…
Todo este tiempo a lo largo del día he estado usando unos calzones normales de chica y obviamente no podía usar brasier si ni unos limones tengo. Una camiseta normal bastaba para esto.
Debo de buscar otra…
Luego de dirigirme hacia el cuarto de baño y abro el grifo de la regadera, me doy cuenta de un detalle muy importante e impactante del cual no me percaté hace un rato…
Tengo que ver mi cuerpo.
–Ah… Ah… qué… qu-qu-qué…
¿¡Cómo se supone que debo reaccionar?! ¿¡Cómo se supone que debo manejar esta situación?! ¿¡Qué debería hacer ahora?!
¡Me tengo de asear en estas fachas!
–Tra-tranquila Caroline… –trato de animarme–. Debes… de… calmarte…
Saco una leve risa nerviosa.
–Solo ya no hay… frutas y ahora… es una… verdura……
Ok, eso traumaría a cualquiera.
–¿¡A quién engaño?! ¡A nadie! ¡Esto es una pesadilla!
No hay manera que pueda estar tranquila, ¿o alguien sí lo estaría?
Ni modos Caroline, quieras o no, conserva la calma…
–Inhala… – inhalo–. Exhala… –exhalo.
Repito la misma acción por quien sabe cuántas veces más, hasta que logro mi objetivo.
–Bien, listo Caroline –aplaudo en silencio para mí misma por mi esfuerzo–. Ahora, ¡piensa!
El cuerpo humano debe ser aseado todos los días sin falta. En la ducha no hay forma que pueda ocultar parte alguna, ni el vapor del agua caliente puede ser tan denso para ello.
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¡No soy un chico!
RandomCaroline Fernández es una chica de 15 años muy orgullosa de quien es: hermosa, inteligente, educada y fuerte. Feliz de todo lo que ha logrado, ahora todo se ha vuelto patas arriba cuando una mañana despierta... ¡en el cuerpo de un hombre! N/A: Esta...