Lazos De Sangre (Kimetsu No Yaiba) (Fanfic)

El cazador y el demonio

Tardo un poco estando aferrado en el regazo de su hermano, aun no podía creer que después de dos largos años finalmente haya despertado, aunque no lo supiera el demonio puede ya tener la apariencia de un joven casi adulto con la cabellera larga, pero su mente era la de un niño, como muestra de afecto le acaricio la cabeza al menor - ¡Ya no soy un niño! - reclamo avergonzándose ya que ha cambiado tanto apariencia como manera de pensar.

El demonio lo ayudo a volver a la cabaña para que sus heridas fueran tratadas.  Takeo procedió a contarle todo lo que paso durante la selección final sin omitir que acabo con el demonio quien había asesinado a todos los dicipulos de su maestro, si no le hubiera dado fin muchos niños mas hubieran muerto y también las almas de aquellos que fallecieron en sus manos no hubieran encontrado la paz.

Urokodaki le conto que durante su estancia fuera le estuvo hablando a su hermano para que su mente tuviera en claro que los humanos no son sus enemigos y que debe de protegerlos, como sabia que Tanjiro es el mayor de los seis que eran, viera a todos como sus hermanos menores. Takeo vio de reojo a su hermano quien estaba distraído con una luciérnaga ahí se dio cuenta que su mentalidad había reducido  - Ahora yo asumiré la responsabilidad de ver por ti - se prometió así mismo en su mente.

Durante los dias en que se recuperaba y esperaba ya la entrega de su catana decidió pasar tiempo de hermanos.  Se iban juntos paseando por el bosque en las noches, Takeo le contaba todo lo que paso durante su estancia durmiendo, aunque Tanjiro solo le respondía por medio de gruñidos era suficiente para el.  En un punto de su caminata decidieron pasar a descansar en un tronco de árbol caído,  ahí continuaron su charla, de vez en cuando veía a su hermano quien mantenía un animo contento - Enserio que nuestra madre siempre tuvo la razón, eres un rayo de sol - comento con risa viendo como el demonio hizo un movimiento de cabeza en modo de confusión.

- Ya debemos regresar - hablo levantándose siendo imitado por Tanjiro - Recuerda hermano, hare hasta lo imposible para que vuelvas a ser humano y tal vez - decidió quitarle la bufanda azul que tenia, la prenda ya estaba muy desgastada - Después iremos al mercado del pueblo para conseguirte una nueva bufanda - hablo guardando la tela.  Se regresaron juntos aunque tenia que empezar a acostumbrarse el hecho de que tiene que tratar con un adolescente con la mente de un niño, pero no lo juzga, seguramente si las cosas hubieran sido al revés Tanjiro hubiese hecho lo mismo por el.

El transcurso de los días  pasaron rápido, Takeo se encontraba afuera practicando un poco el blandir de la catana cuando vio a lo lejos a un hombre que se acercaba.  Logro notarlo por el sonido del tintineo, dejo de hacer su entrenamiento acercándose al adulto - Buenos dias señor - saludo al tenerlo de frente - Yo soy Hotaru Haganezuka, de la villa de los herreros y vengo personalmente a ser entrega de la nichirin de Takeo Kamado - hablo el hombre - Ah si, pase por favor para... - pero este fue interrumpido, se dio cuenta que por mas que le hablaba este estaba en su mundo.  No tuvo mas opción que esperar.

Este se levanto con la catana en manos y vio de reojo al adolescente - Vaya puedo ver en tus ojos el vivo rojo del fuego.  De seguro tu familia ha trabajado toda su vida con el fuego.  De seguro tu catana debe ser de un rojo vivo cuando la tengas en manos - comento el de la mascara.

Al estar todos adentro de la cabaña le hicieron entrega de su arma - Vamos desenfundala, las nichirin son conocidas tambien por cambiar de color segun su portador - el azabache curioso por lo dicho de su herrero procedio a desenfundarla y noto el filo del arma, sin duda Haganezuka hizo un excelente trabajo en afilarla.  Miro atento al arma notando como esta comenzaba a tornarse de color hasta subrirse totalmente negra.

- Es negra - escucho de su maestro - ¿Acaso eso es algo malo? - pregunto nervioso - No, sólo que ese color no se ve mucho en los espadachines.  Dicen que los portadores de las nichirin negra no llegan muy lejos - añadió en su respuesta - ¡¡Yo esperaba ver una deslumbrante catana roja!! - reclamó el herrero quien sin perder el tiempo se lanzo sobre el menor golpeándolo mientras lo mantenía sujetado con sus piernas.