- ¡No!, no Frederick, no caeré en lo mismos...yo merezco mas que ser una aventura un pasatiempo un desliz yo merezco mas que eso
- Emilia no eres eso...no...
- Lo soy porque estas comprometido no quiero pasar por lo mismo de antes, lo siento Frederick y te suplico hagas como que esto no paso por favor.
Entre prácticamente corriendo a la casa, subí las escaleras y entre a mi recamara como si algún mal espíritu me persiguiera...
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Al despertar en la mañana, el beso vino a mi mente, tan tierno tan suave...me golpeaba a mi misma por eso.
- Señorita, señorita
- Ana, pasa por favor
- Señorita los señores DLuca mandan a preguntar si se puede unir con ellos para el desayuno
- ¿que? No
- Su respuesta es no señorita
- Si
- ¿Si?
- No
- ¿No?
- Quiero decir...
Veía a Ana divertida por la confusión...
- Quiero decir...
- Si
Debía demostrar madurez cierto no puedo huir siempre así que si yo demuestro que olvide ese beso DLuca también podrá
- Ana, si, confirma mi asistencia a desayunar con los señores
- muy bien señorita ya regreso a ayudar se bista
- Gracias Ana
Que estaba haciendo, metiéndome a la boca del lobo, mejor no voy...pero si no voy quedo como cobarde, pero si voy ¿no quedo como que busco mas?...no no iré...si mejor si.....¡¡ahh!! BASTA
- ¿Señorita? Se encuentra bien
- ¡¡Ana!! Si si, solo estaba... estaba
- ¿Cantando?
- Si, si cantando...¿ya esta todo listo?
- Si el carruaje la espera
- Gracias y Ana tu vienes conmigo
- Esta bien señorita
Iba nerviosa ansiosa sentía mi estomago apretado...
- ¡Emi! Llegaste, muero de hambre
- Mathias, tu cuando no tienes hambre...lo se, mantener esta figura es difícil vamos que nos esperan para desayunar
- ¿Nos esperan?
- Si, este Emi...
Mathias no termino la oración ya que al salir al jardín vi quienes nos esperaban
- Ella vino lo siento
- No Mathias esta bien, es casi de tu familia no tienes porque explicar
Todo lo que sentía en ese momento desapareció, Frederick estaba con su prometida debía ubicarme
- Buenos días
- Buenos días Emilia
- Buenos días señorita Mitchells
- señorita, DLuca buenos días
- vaya he vuelto a ser DLuca
- ¿Que dices cariño?
- Nada...¿desayunamos? Muero de hambre
Me sentí culpable después de llamar a Frederick por su apellido, pero las palabras salieron solas...mientras comíamos la prometida de Frederick no dejaba de hablar de la boda y de tocar a Frederick y este no me quitaba la mirada de encima y yo trataba de no verlo
- ¿Porque tan callada Emilia?
- Escucho con atención todos los detalles de la boda que su prometida esta dando señor DLuca, parece será una boda hermosa
- Lo será señorita Mitchells
- No lo dudo señorita
- He escuchado ciertas cosas de usted señorita Mitchells
- ¿A si? Como cuales
- Que intento robarle el marido a su hermana por ejemplo
Cuando escuche esas palabras la taza de cafe que tenia en mis manos resbaló cayendo sobre mi vestido dándome una buena quemada en la mano
- oh no, Emilia ¿estas bien?
- Si Mathias, lo siento fue mi torpesa
- Te has quemado
- Estoy bien Frederick
- Vaya que confianza con mi prometido, no pensara en tratar de robarmelo
Los colores se me subieron al rostro y sin pensarlo la golpee
- No vuelva a faltarme el respeto
- Con permiso y gracias por el desayuno
Salí con rabia de esa casa por suerte Ana estaba ya con el coche fuera
- Señorita ¿esta usted bien?
El nudo en mi garganta no me dejaba gesticular palabra alguna, veía a Ana preocupada pero la furia que sentía quería salir por lagrimas y no quería eso, no quería verme débil. Llegamos a casa, agradecí a Ana su preocupación y no cenaría, luego me fui a encerrar a mi recamara.
No entendía porque mi pasado me perseguía, era mi maldición, aunque era mi culpa. Limpie las lagrimas que salían de mis ojos, me sentía impotente y la verdad cuando me dijo, robar a su prometido el beso de una noche antes con Frederick se presento sea como sea, que ese matrimonio sea obligado, ante los demás no es así y la que pierde ante habladurías soy yo.
No me di cuenta cuando me quede dormida, cuando desperté no se que horas eran pero escuche la vos de Camelia
- Señorita, señorita
- Camelia, pasa...que sucede que hora es
- señorita es la una de la mañana, disculpe la despierte a esta hora pero haya abajo hay alguien que dice conocerla
- Si
- ¿quien?
- No quizo decirme su nombre he dejado a José vigilando junto con los perros
- Camelia como le abres a un extraño
- Lo siento señorita
Baje las gradas con la interrogante ¿quien podría ser y a esas horas?
Cuando vi a la puerta vi a José y los dos labradores muy atentos a la figura masculina en la puerta, esa figura masculina que si, efectivamente yo conocía, tuve que parpadear muchas veces para aclarar mi mirada, no podía creer lo que mis ojos veían. Mi corazon salto de emoción
- ¡Emilia!
- ¿Tu?
- Si, he venido por ti...
