— che, baji.— el enano demonio movía sus manos repetidas veces, de un lado a otro para llamar mi atención.— dame de lo que fumas.— cerra el orto.— dije mirándolo mal.— ¡deja de robarte mi comida!
— ¿qué te pasa hoy, baji? ¿chifuyu sigue sin darte bola?— sonrió malvadamente.
— no pongas esa sonrisa, das miedo, tora.— dijo con miedo mitsuya, asentí dándole la razón; literalmente tora parecía un loco psicópata.
— chúpala.— llevo una papa frita a su boca.
— che souta, ¿por qué no ayudas a baji con el rubio ese?— mire a mi amigo con esperanza.
— ¿por qué yo tengo que ayudar a el pollera este?— le pegue en la nuca.
— porque se supone que somos amigos.— sonreí.— además, tu hermanito es amigo de él.
— no me hables de ese estúpido.— soltó brusco.— tendría que haberlo ahorcado con el cordón umbilical.
— ¿no se llevan bien?
— más o menos, el trolo me agarró mi yogurt.— lo mire fastidiado.
— dale amigo, haceme la segunda en esto.
— ¿cómo me lo vas a pagar?
— hijo de puta.— saque mi billetera fastidiado.
— che, pero igual nos llevamos re mal con su grupito, no te van a querer ver ni en pintura.
— es verdad.— dijo dándole la razón mitsuya.— encima, vos sos el peor de todos, siempre andas buscando pelea con el gigante.
— yo no busco nada, que decís salame.— me miró mal.— el me busca a mi, y el que busca, encuentra.— kazutora se atragantó riéndose.
— ¿en qué año te quedaste, enfermito?, ni mi bisabuelo dice esos dichos de el año del pedo.
todos se empezaron a reír y a burlarse de mi, nada fuera de lo común.
odio.
ese es mi sentimiento hacia las matemáticas, si podría revivir al que creo las ecuaciones, le metería 30 trompadas.
literalmente, son cosas que nunca voy a usar en mi vida, con la suma y la resta estoy joya.
— chifuyu, presta atención, no te voy a explicar nada después.
— amigo, no presté atención en ninguna de las anteriores clases, ¿de qué me sirve prestar atención a esta?, encima el profesor explica para la mierda, menos ganas de vivir que yo tiene.— solté hastiado.
— ¿quiere compartir algo con la clase, matsuno?— tragué duro.
— ¿lo dije muy fuerte?— pregunté en un susurro para draken.
— lo suficientemente fuerte para que te escuché el dolape.— la puta que me parió.
— no, nada profe, todo tranqui.— le di mi mejor sonrisa y me miró desconfiado.
— bueno, ¿le gustaría pasar a resolver este ejercicio?— viejo hijo de puta.
— sisi, como no profe.— le di una mirada rápida a mi compañero de asiento.
— profe, si gusta puedo pasar a hacerlo yo, estaba distrayendo a chifuyu, y no pudo prestar atención a la resolución de los ejercicios.— en este momento, en mi cabeza empezó a sonar “Friends Will Be Friends” de Queen.
— está bien, presté atención matsuno.— asentí repetidas veces, y le agredeci con mi mirada a draken.
solté un suspiro cuando salimos del infierno, dirigiendonos hacía la cafetería.
— te debo una.— dije abrazando a mi amigo.
— una grande diría yo.— sonreí maliciosamente, y le apunte con mis ojos mi entrepierna.
— atrevido que sos, y delante de todos pareces un angelito.— me reí.— actúas bien igual eh.
— es para que le hablen bien de mi a mi mamá, con vos actuó diferente porque se que no me vas a mandar al frente, ¿no?
— si algún día me pinta, le cuento todo.— le di un golpe en la panza.
cuando llegamos a la cafetería nuestros amigos ya habían apartado una mesa.
— ahora vuelvo, voy a comprar algo para comer, tengo una lija.
— cómprame algo, para compensar lo de hace un rato.— hijo de puta.
— bueno dale, guárdame lugar.— asintió y me di la vuelta para ir hacia la fila.
sentí que alguien choco conmigo, cerré los ojos para controlar las ganas de voltearle la cara de una trompada cuando ví quien era.
— uh que pasó lindo, ¿tus amigos te dejaron solito?— suspiré.
— ¿que te pensas? ¿que tengo cinco años? puedo estar solo cuando me pinte.
— ¿ah, sí?— sonrió y se acercó DEMASIADO a mi cara.— entonces, ¿podemos ir a un lugar donde estemos solos los dos?
— que carajos, deja de flashear.— lo empuje porque me tocaba comprar a mi, pero podía sentir su presencia atrás mío, poniendome nervioso.
apenas me dieron lo que quería, me di la vuelta para ir hacia mi mesa.
— ¿te podés correr? quiero irme.
— te dejo ir si me pasas tu número.— solté una risita.
pude rodearlo y dirigirme hacía mi mesa, sentí su mirada clavada en mi nuca mientras me iba.
perdón por actualizar dos días después, y por los posibles errores de ortografía ;(