Despertar

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Había llegado la noche al fin, me estaba preparando para mi cita con Mael, si estaba preocupado por mi padre, pero tenía todo cubierto esa noche para que nada nos interrumpiera. Me estaba colocando una colonia que tenía para ocasiones especiales, miré mi reflejo viendo sobre mi pecho la piedra que Mael me regaló, en ella se encontraba aquella luz vez que recorría la piedra preciosa, esa su alma. Una sonrisa apareció en mi rostro al tomar aquel collar con mi mano, estaba más que feliz de tener una parte de Mael conmigo, ya que después de esa noche, nuestros caminos se separarían por tiempo indefinido, ya que no podíamos estar juntos debido a la situación en la que nuestras manadas viven.

— Gideon ¿Está listo lo que te encargué? — Hice la pregunta al notar que mi beta se encontraba parado en la puerta de mi habitación.

— Todo como tú lo ordenaste. El lugar está listo para recibirlo a los dos. — Respondió mi mano derecha mientras yo me colocaba mis prendas superiores. — David se esta encargando de escoltar al joven Mael. —

— Esos dos se hicieron buenos amigos. — Dije con una leve sonrisa al pensar en ello, ya que David era de las personas que no se abría emocionalmente con las personas, las únicas que podía considerar amigos éramos Gideon y yo.

— David me ha comentado que el joven Mael es un lobo bastante especial, tiene ese don de conectar con la gente. —

— Lo sé. Mael es increíble. — Fue entonces que con algunos minutos de sobra estaba listo para partir al lugar acordado. — Por cierto ¿Pusiste la magia que te pedí? — Pregunté antes de salir de mi habitación.

— Si, fue difícil encontrar un hada que lo quisiera hacer, pero el escudo está puesto. — Asentí orgullo de lo leal y eficaz que era Gideon como beta. Siempre podía confiar en él.

— Bien, entonces es hora de irme. — Me dispuse a salir para mi encuentro con Mael cuando de repente miré como mi hermana estaba afuera de mi habitación. — Helena. — Ella era mi pequeña hermana, la siguiente de edad después de mí. Era bastante madura para su edad, pero también ella era la elegida para que entre nosotros tuviéramos los futuros alfas de la familia.

— Hermano, ten cuidado. — Fue lo que me dijo dando media vuelta en dirección a su habitación.

— ¿Por qué me dices eso? — Pregunté.

— Porque te quiero mucho y sé perfectamente que mi padre no está bien de la cabeza. — Helena continuó con su camino dejándome pensativo de sus palabras. Fue entonces que salí de la mansión para ir al bosque del silencio, el riesgo era demasiado, pero tan solo quería tener al menos un momento con Mael siendo una pareja.

Una vez llegado al bosque observé el lugar y todo era perfecto. En medio de unos arboles había una manta en suelo, con un cesto lleno de comida y bebidas, algunas velas para aluzarnos y darnos un ambiente romántico. Era una cena romántica para nosotros dos, un momento que ambos recordaríamos para siempre ya que después sería demasiado difícil poder estar juntos. Miré hacia la luna, observando que había algo extraño en ella, era como si su brillo no fuera el mismo que otras noches. Mi lobo a pesar de estar emocionado por ver a Mael, también sentía una sensación de angustia.

— Oliver. — Fue entonces que escuché su voz, llamándome por mi nombre, era mi pareja quien venía también elegante para aquel momento especial. — ¿Qué es todo esto? — Preguntó mirándome con una leve sonrisa.

— Es algo pequeño que mandé hacer para nosotros. Quiero al menos una cita contigo. — Extendí mi mano en frente de aquel chico quien la tomó con total confianza, lo acerqué a mi dándole un abrazo primeramente ya que era necesario para convencerme a mi mismo que todo eso era real, que tenía entre mis brazos a mi otra mitad, a mi destinado y que a pesar de todo los problemas que hay alrededor, lo nuestro era un amor real. — Mi Mael. —

Sin Manada, Orígenes: Oliver & MaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora