❥𝑯𝒊𝒍𝒐𝒔 𝒄𝒍𝒂𝒏𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐𝒔❥

❥ Capítulo 8 ❥

🌼ℕ𝕠 𝕤𝕖𝕣 𝕒𝕞𝕒𝕕𝕠𝕤 𝕖𝕤 𝕦𝕟𝕒 𝕤𝕚𝕞𝕡𝕝𝕖 𝕕𝕖𝕤𝕧𝕖𝕟𝕥𝕦𝕣𝕒; 𝕝𝕒 𝕧𝕖𝕣𝕕𝕒𝕕𝕖𝕣𝕒 𝕕𝕖𝕤𝕘𝕣𝕒𝕔𝕚𝕒 𝕖𝕤 𝕟𝕠 𝕒𝕞𝕒𝕣. 𝔸𝕝𝕓𝕖𝕣𝕥 ℂ𝕒𝕞𝕦𝕤🌼

En otro lado una joven de hermosos cabellos naranjas y ojos tan azules como el cielo demostrando una completa capa de inocencia y curiosidad se encontraba en su hogar mirándose al espejo, sus ojos eran como la mirada de una niña pequeña, muy adorable, tenía finos rasgos y su piel tan pálida y delicada como la porcelana era decorada por algunas pecas que se repartían por todo su cuerpo, suspiros dulces salían desde la comisura de sus labios llenos de desesperante deseo de volver a ver a su querido novio, desde hace un par de días que no lo había visto y se sentía muy triste, solitaria al no tener a su preciado osito con ella, amaba tanto al de blancos cabellos y estaba decidida a ir ese mismo día a verle, se había arreglado para la ocasión, un precioso vestido celeste relucía en su cuerpo dejando ver su pequeña cintura y sus largas piernas, se miraba en el espejo arreglando su cabello con precisión dando un toque final a su espectacular atuendo.

Estaba lista para ir a ver a su novio, salió de su casa y caminó un par de cuadras hasta llegar al dichoso edificio y si, no vivía tan lejos, se había mudado a un departamento más cómodo para ella y justo tuvo la suerte de que quedase relativamente cerca del departamento de Rubius, se sacudió el vestido una última vez e ingreso al conocido edificio al cual muchas veces había ido, subió por las escaleras con calma a paso apresurado y dando pequeños saltos infantiles entre los escalones teniendo sumo cuidado en no caerse y lastimarse, tenia suerte de que el departamento de Ruben fuese de entre los primeros pisos, sería muy molesto que estuviese entre los más altos sobre todo considerando que el ascensor no servía.

Por fin después de unos cuantos minutos de caminata entre los pasillos llega al tan esperado departamento, toco la puerta un par de veces en la espera de que alguien viniese a abrir la puerta, se emocionó al escuchar la voz de su novio resonar entre las paredes en un grito que sabía bien que significaba que estaba en camino de abrirle la puerta, movió sus pies inquieta mientras acariciaba por encima la fina tela del vestido. La puerta se abrió, su sonrisa se agrandó al distinguir los verdes ojos de su amado iba a abrazarlo si no fuera porque las grandes marcas de mordidas y chupetones se mostraban recelosas ante sus ojos, su sonrisa se borró convirtiéndose en una mueca un tanto extraña, podría ser distraída pero no era tonta, sabia perfectamente que esas marcas pertenecían a alguien más y sus dudas fueron resueltas el dirigir su mirada a la del otro hombre que al igual que Ruben tenia varias marcas en su cuello y una brillante sonrisa reluciendo en su boca con una pizca que ella pudo distinguir como malicia