Prologo

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Correr... es lo único que estoy haciendo.
Me adentro por callejones de este pequeño pueblo, intentó huir, escapar de las personas que me siguen. Me falta el aire, cada vez me cuesta más respirar, mi cuerpo no soporta más, hasta que caigo rendida al suelo.

-¡La tenemos! - Grita una de las personas que me siguen. Es lo último que escucho antes de desmayarme.

Siento un peso en mi cuerpo, abro los ojos y lo único que veo es oscuridad. Todo está en silencio, siento un peso extremo en mí, intento levantarme, pero el esfuerzo no sirve de nada, algo me está agarrando, pero no puedo lograr ver que es. De repente la puerta se abre, dejando entrar luz por ella.

Alguien se acerca a mí, intento irme, quiero salir de aquí, pero no puedo.

—Hola - Dice la persona que entró por la puerta - ¿Cómo estás? ¿Se encuentra bien? —Me pregunta aquella persona.

Me quedo en silencio, intento mirar su rostro, pero la luz que entra por la puerta no ayuda. De repente siento que me tocan el brazo.

-Lo siento, pero tenemos que hacerlo. - Dice la persona.

Me quedo perpleja, saca una aguja y empieza a mirarla.

-Las personas como tú son escoria. ¿Por qué dejaríamos vivir a niños huérfanos? - Suspira- Sois un lastre, un estorbo para la sociedad, mejor que estéis bajo tierra.

Estoy asustada ¿Por qué? ¿Por qué me matarían? ¿¡ACASO ES MI CULPA SER HUÉRFANA!?
La aguja que estaba mirando la persona empezó a acercarse poco a poco a mi brazo.

-Adiós Samaya, descansa en paz - Dice antes de encajar la aguja en mi brazo.

-No, por favor - Es lo único que puedo decir entre sollozos.

Cúrame las heridas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora