Cúrame las heridas.

9; Te invito a un cafe.

Mike.

Salí afuera en busca de Cristel, sé que hice mal en no avisarla antes de que venía Arlon, pero necesitaba disfrutar un poco.
Ahora que lo pienso, lo que menos ha hecho es disfrutar.

Soy un amigo de mierda.

Vi a Dylan sentado en la cera en frente del restaurante.

— ¡Dylan! - Le grite saliendo por la puerta - ¿Sabes donde está Cristel? - Le pregunte por qué me parecía extraño, ya que no la veía por ningún lado.

— Se fue - Dijo él poniéndose en pie.

— ¿A dónde?

— A casa, vino una persona, le entregó un paquete y se marchó.

¿Un paquete? ¿En qué está metida esta niña? ¿En una secta?
Na, no lo creo.

— Vale gracias - Me despedí de él con la mano y me fui.

Este chico está bastante bueno.

Cristel.

Llegue a casa, la caja era la misma que la de esta mañana.

¿Seguro esto era una broma? Mi cabeza ya iba a explotar de tanto pensar en este tema.

Deje la caja en la mesa y cuando fui a abrirla me vino un olor asqueroso, haciendo que me dieran arcadas.

No sé que hay en esa caja, pero ahora si estoy teniendo miedo.
Hice otro intento de nuevo, intente abrir la caja, pero el olor me consumía.

Fui al baño para coger una mascarilla y unos guantes.

— Ahora sí, podré abrirla.

Abrí la caja y lo que vi fue espantoso.
Mentiría si dijera que no me di un susto, incluso salté del miedo.

¿¡A QUIEN EN SU SANO JUICIO SE LE OCURRIRÍA ESTO?!

No tenía palabras, ni mucho menos podía hablar, se me había cerrado el estómago y las ganas de vomitar cada vez eran más.

En la caja había una paloma muerta, diría que llevaba muerta unas cuantas semanas por el olor y él aspectos.

Arcadas, arcadas, arcadas.
Es lo único que hacia mi cuerpo.

Me fijé bien en la caja y debajo de la paloma había una carta.
Me negaba a coger la paloma, podría darme una taquicardia.
Mis manos no iban a tocar eso y me daba igual llevar guantes.

Procedí a ir a la cocina y coger unas pinzas bastante largas para poder cogerlo sin ningún problema, también cogí una bolsa de basura para tirar la paloma.

Abrí las pinzas y empecé a coger a la paloma, estaba sufriendo.

Tire la paloma a la basura y lo aleje de mí, el olor era demasiado.

Cogí la carta y la leí.

Primer aviso.
Vete de aquí, no vuelvas o acabarás igual que esté indefenso animal. Al segundo aviso no abra advertencia, así que vete antes de que te pase a ti.

Termine de leer la carta y mi corazón estaba agitándose demasiado. No sabía qué hacer, como reaccionar.

Estuve pensando por unos 10 minutos largos el que hacer, si avisar a la policía sobre estas amenazas, también pensé en decírselo a Mike, pero si esto fuera real no quería involúcrale.

¿Quién me quiere hacer esto? Por una parte pienso que es verdad, pero por atrás parte pienso que es una persona haciendo una broma.

Si llega a ser verdad, la persona que esté haciendo esto es un psicópata.

El sonido de mi móvil sonando me saco de mis pensamientos.

Una llamada, número oculto.
¿Debería de tener miedo? Obviamente Cristel, tienes una paloma muerta en tu casa y una carta amenazándote de muerte ¿Tú que crees?

Decidí coger el teléfono.

— Cristel - Habló alguien, su voz sonaba robótica.

— ¿Quién eres y que quieres? - Obviamente quiere matarte gilipollas.

— Veo que te llegó el paquete - Ríe - Ay Cristel, que mal que tu vida acabe así.

Si, esto ya me daba miedo.
Seguí callada, no tenía la mínima intención de responderle.

— ¿Por qué tan callada? ¿A caso tienes miedo? No hay que tener miedo Cristel, morirás rápido, ni lo notarás - Volvió a reír.

— ¿Eres tan cobarde que solo sabes amenazar por llamada y simples cajas? - Termine diciendo.

Definitivamente no estaba consciente de lo que decía.

— La pequeña niña se rebeló. No te veía yo con tantas agallas - Suspiré al escucharle hablar - ¿Qué harías si te dijera que estoy en frente de tu puerta?

Esto que es ¿Una película de scary movie o que?
Cristel deja ya la gilipollez.

— Que subas y te invito a un café.

Definitivamente yo no estaba consciente de lo que hacía ni decía. Esto podría ser verdad y me lo estoy tomando con humor.
Deja de ser tan gilipollas por dios.

— Pues ábreme la puerta - Termino de decir y el timbre sonó.

Mi corazón se paró.