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Sueño sobre él, número 11

Eramos niños, esta vez quizás teníamos diez u once años, corríamos por un campo, jugando a atraparnos, me seguías y una vez que me atrapabas, yo corría detrás de ti, riendo. Recuerdo que tenías un pequeño conejo hecho de trapos, relleno de algodón y yo me burlaba diciendo que eras igual a él, pero, por dentro, lo decía de una forma cariñosa y sin querer burlarme de ti. En verdad parecías un conejito, y más cuando dabas saltos sobre el pasto húmedo y salpicabas a tu alrededor, llevabas unas pesadas botas de lluvia, eran azules.

Este sueño era tan inocente. Puedo recordar que me gustabas, me gustaba sostener tu mano y besar tu mejilla aunque luego hicieras muecas de asco y me apartaras antes de reír y disculparte, abrazándome. Me ponías triste y tan feliz a la vez. En cada sueño siento cosas distintas por ti, aunque siempre están cargadas de amor.

Puedo decir con certeza, que te amo y te he amado en cada sueño, aunque en algunos sienta lujuria, tristeza o nostalgia, siempre te amo, en cada sueño, cada noche.

El castaño suspiró, cerrando su libreta con fuerza al sentir cómo la puerta de su oficina era tocada.

—Pase. —Subió un poco su tono de voz para poder ser escuchado al otro lado de la puerta, su secretaria prontamente se adentró en el despacho del abogado.

—Hay alguien que quiere verlo, señor Kim. Es hijo del dueño del bufete de abogados, el señor Jeon le ha mandado con usted para que conozca cómo funcionan las cosas aquí ya que comenzará a trabajar en las instalaciones a partir del próximo lunes. Hace dos años salió de la universidad y se había mantenido recorriendo el mundo, pero ya era hora de que tomara un lugar como abogado aquí también. —Afirmó la chica de pálida tez y oscuro cabello luego de leer algunas notas que había tomado en su agenda, apartando un poco su flequillo al sentir que este comenzaba a nublar su visión, necesitaba indudablemente un corte de cabello. Sus ojos de rasgos algo felinos se dirigieron hasta el castaño, mirándole con atención a la espera de una respuesta.

—Gracias, señorita Min, puede retirarse y hágale pasar al salir. —Pronunció Taehyung mientras se acomodaba en su lugar, ordenando un poco su traje antes de dirigirse a la cafetera que yacía sobre un mueble cercano a su escritorio para preparar dos tazas de latte, esperaba que aquello le gustase al improvisado invitado que tendría en unos segundos.

Al sentir la puerta abrirse, giró, soltando ambas tazas de café de inmediato, las cuales se estrellaron contra el piso, rompiéndose en decenas de pedazos, aquel líquido caliente se desparramó sobre la fría superficie de de cerámica y salpicó los pantalones y zapatos de Taehyung, quien parecía inmune ante el dolor que provocaban las quemaduras del agua y la leche hirviendo. El pelinegro miró al castaño con algo de preocupación, pero Kim estaba congelado, en estado de shock, como si estuviese viendo un fantasma o presenciando un asesinato.

Era él. Finalmente el chico de sus sueños estaba frente a él, era de carne y hueso, no una simple alucinación.

dreams 彡☆ ; taegguk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora