Hace veinte años que vivimos encerrados en nuestros cuarteles asignados desde la crisis económica, y estoy perdiendo la cordura. Añoro aquellos tiempos en los que éramos libres criaturas. Recuerdo a Alma, cuando la conocí, lástima que jamás pude decirle lo que verdaderamente siento, cuánto la amo por dentro. Me pregunto qué será de ella y, a pesar del tiempo, no pierdo la esperanza del reencuentro. Hoy debe llegar mi caja de alimentos, mas cuando tocan a mi puerta que sea mi querida Alma espero. Ahora llaman a mi puerta y la misma pregunta me sigo haciendo. ¿Eres tú, cierto?