«Corrí por un laberinto hasta llegar al fuego antiguo. El maestro me dijo que debía quemarme con él, hasta ser convertido en ceniza, pero que estuviera tranquilo, pues no moriría, similar a un renacer, iba a descubrir lo que mi alma necesitaba saber. Así me hice uno con el fuego. Al principio tuve miedo, y dolía, sin embargo, cuando acepté mi destino, el fuego se sentía como un baño celestial. Así fui hecho ceniza, mas no morí». Al despertar de aquel extraño sueño recordaba mi vida pasada y un antiguo amor que mi alma olvidó pero aún amaba. ¿Dónde estás?