Todo el hermoso e inconmensurable cielo estrellado era el techo de esta gran ciudad, pero solo dos personas eran quienes estaban atentos al cometa que pasaría aquella noche, Hal y su hijo, Eddie, quien estaba ansioso porque su padre le prometió que si veía el cometa pasar y pedía un deseo, este se le cumpliría sin duda. Lamentablemente, una tormenta se acercó a la ciudad y amenazó con cubrir el cielo de enormes nubarrones, anunciando con voz grave su llegada, lo que les dejó un gran y profundo terror. "Papá", dijo Eddie, "la ciudad está siendo devorada".