La habían envenenado. Lo siento, les he contado el final. Era la guardiana del pasaje y todos la queríamos. Nadie supo quién fue o quiénes fueron, pero se rumoraba que se hizo para desproteger el pasaje, para que esté libre de ladridos y quede despejado para entrar a las casas. Al cabo de unos días, la vecina advirtió un robo, sus pertenencias más costosas, arrebatadas en un parpadeo por la noche, mas nadie escuchó ni vio nada. Extraño era que todos estábamos más preocupados por la cachorra, apenados por su ida y preguntándonos si existía un cielo para perros.