Se me escapaba una risa contenida en el funeral de mi mejor amigo. Todos me miraron como si fuera una crueldad aquel hecho. Sin embargo, la verdad era que había recordado una anécdota divertida de tantas que habíamos vivido. Luego todos marcháronse y me quedé junto a su tumba, bebiendo hasta que la pena se embriaguase por mí.