El sol aún tardará un par de horas en salir de su escondite nocturno. Casi no recuerdo cómo llegamos a esta cueva oculta en el cerro, solo sé que Caleb jamás dejó de abrazarme mientras nos dirigíamos hacia acá. Y aún lo hace. Recuerdo claramente la cabaña destruida envuelta en llamas mientras corríamos a buscar refugio. Recuerdo el auto cubierto de orificios creados por las balas disparadas desde la casa. Pero no recuerdo cómo llegamos, mi mente no está clara ¿¡Y cómo podría estarlo!?
Caleb duerme tranquilamente con su brazo rodeando mi cintura. Hemos buscado refugio en su escondite de la infancia porque aún no podemos enfrentar a su padre. Cuando llegamos a la cueva Aarón nos estaba esperando con una fogata encendida y Jared estaba durmiendo en un rincón, estaba en posición fetal con sus ojos hinchados de tanto llorar. Ahora duerme pesadamente y su rostro ha sido limpiado, se ve tan indefenso que no puedo imaginar cómo hará para recuperarse de todo esto.
Tengo la sensación de que he sido despertado por un sonido proveniente del exterior. Agudizo el oído y solo puedo escuchar el respirar profundo y acompasado de la gente durmiendo a mi alrededor. Caleb duerme profundamente, el agotamiento y la tensión acumulados en las horas y noches pasadas al fin han logrado vencerlo. No solo es él, todos están exhaustos.
Me levanto sabiendo que ya no podré conciliar el sueño y salgo, en silencio, hasta la entrada de la cueva. Me asomo apenas lo suficiente para poder vigilar el exterior. Aún me inquieta el haber despertado tan abruptamente. No puedo oír ningún sonido extraño por lo tanto pienso que debo volver al resguardo interior. De pronto, justo antes de volver a entrar, oigo algo similar a pasos. Me oculto entre las sombras y escudriño el entorno, no estoy seguro pero creo haber visto algo moverse no muy lejos de donde estoy.
Decido que ya no puedo quedarme a confirmar mis sospechas y que lo mejor será ir y despertar a Caleb. Siento terror al pensar que los hombres de Jofré puedan estar aún por aquí.
Me apresuro a buscar a Caleb, sin embargo antes de me pueda agachar a tocarlo una poderosa mano me toma por el cuello, el hombre que me ha apresado ha sido demasiado sigiloso, jamás pude oír ni uno solo de sus movimientos hasta que fue demasiado tarde. Su mano implacable presiona mi cuello mientras que con la otra tuerce mi brazo en mi espalda. Dejo escapar un grito de dolor, el muy hijo de puta casi me rompe el brazo.
Sacudido por mi grito, Caleb salta de su lugar de reposo. El pánico casi se apodera de mí al ver el más puro terror reflejado en su rostro, es una expresión de miedo que no le había visto con anterioridad. Creo que al fin comprendo, el hombre a mi espalda fue silencioso y ágil y Caleb, con solo verlo está a punto de orinarse en los pantalones. Este hombre debe ser su padre.
—Padre—dice Caleb con apenas un hilo de voz confirmando mis sospechas.
—Desertor—el saludo del hombre resulta tan frío e impersonal que solo consigue incrementar el miedo que corre por mi espalda—He tenido que dejar tantas obligaciones y me he visto obligado a interceder ante los ancianos solo por ti ¿Sabes, acaso, la furia que eso despierta en mí?—termina de pronunciar estas palabras y presiona más mi cuello como una forma de dar énfasis a lo dicho. Aprieto la mandíbula para evitar soltar un nuevo grito.
—Suéltalo—escucho decir a Dana. Su voz suena enérgica y con autoridad—Debes escuchar lo que tenemos para decir.
—Todo lo que “debo hacer” es presionar hasta apagar su luz y todo volverá a estar en equilibrio—temo que mi suerte finalmente se ha acabado. Oigo un clic metálico que proviene desde donde está Dana.
—Suelta al joven ahora mismo—el aire se carga de tensión. Puedo imaginar a la madre de Caleb presionar el cañón, aún caliente, de su revólver en la cabeza del hombre. La mano que presiona mi cuello finalmente me libera, Caleb hace una seña para que me acerque a él y en un abrir y cerrar de ojos comienza una pelea entre los padres de Caleb. No sé bien como lo hizo pero el padre logra desarmar a Dana quien, en un movimiento digno de una película de acción, cruza su brazo por sobre el cuello de su esposo y con el pie izquierdo lo barre haciéndolo caer bruscamente. El hombre rueda sobre sí mismo y con gran agilidad, controlando la distancia entre él y ella se pone de pie nuevamente.
—Quieres jugar, cariño—dice el hombre poniéndose en guardia para retomar la lucha. Lanza un puñetazo que Dana esquiva con gran destreza al momento en que responde con un gancho al hígado que hice gemir a su oponente.
—Las cosas cambian, amor, podrás comprobar que tanto he superado tus técnicas en este año sin vernos—luego de decir esto, la madre de Caleb da un salto acortando la distancia entre ellos y lanza un jab que da de lleno en el pecho del hombre, acto seguido, apenas sus pies tocan el suelo lanza un rodillazo que su esposo puede cubrir a tiempo, sin embargo, Dana no cesa en su ataque e inmediatamente asesta un gancho ascendente absolutamente contundente a la mandíbula que hace sangrar al hombre.
—Dana, escucha, sabes que deben morir—Horacio mira a Caleb mientras habla con su madre— los ancianos accedieron a que Caleb viva solo si ellos mueren—voltea a mirar a su mujer, pero Dana no parece estar de su lado— no quiero acabar con la vida de mi hijo, pero ya me conoces—hace un movimiento rápido con su brazo señalando a Caleb al instante un arma pequeña sale de su abrigo, puedo oír cómo todos dejan de respirar al mismo tiempo— si tengo que comenzar por él para que se cumplan los designios de los ancianos lo haré sin titubear—veo horrorizado como empieza a ejercer presión sobre el gatillo y tengo la certeza de que no está blofeando— se acabó el tiempo— su mano toma firmeza, sus ojos pierden toda calidez humana mientras presiona el gatillo para acabar con la vida de su propia sangre.
—Caleb— mis labios pronuncian su nombre con un susurro casi inaudible. Caleb me empuja a un costado para alejarme del peligro. Aarón se tira al piso para recuperar el arma caída. Todo es tan caótico que apenas puedo darle un orden lógico. Casi puedo ver la bala salir del cañón, con toda la fuerza que me quedaba venzo la presión de Caleb y me coloco frente a él justo a tiempo para recibir el impacto en mi espalda. No lo pienso ni un segundo, solo reacciono ante el inminente asesinato de Caleb. Antes de que el mundo desaparezca en las tinieblas puedo oír una nueva detonación y pienso que afortunadamente Aarón logró llegar al arma antes que Horacio. Todo comienza a ponerse borroso, veo a Dana corriendo hacia nosotros y al padre de Caleb, herido, mirándome con absoluto asombro mientras está siendo inmovilizado por Aarón. Las luces finalmente se apagan.