VIERNES

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***Este tendría que ser el último capítulo, pero he decidido hacer el final en dos capítulos para continuar con el formato de los días, o sea que el próximo será el último**
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Bip, bip, bip el agudo pitido me arranca del sueño, claramente el sonido viene de una máquina de hospital ¿Me quedé dormido con el televisor encendido? Intento desperezarme y un leve tirón provoca un suave dolor en el interior del antebrazo, abro mis ojos, la luz resulta exageradamente invasora y me obliga a parpadear un par de veces antes de poder enfocar, siquiera, el contorno de las cosas. Dirijo la vista hacia el lugar desde donde procede el dolor y descubro que tengo clavada una aguja la cual está sujeta con cinta adhesiva médica a una vena de mi brazo, tengo colocado un suero. Estoy en un hospital ¿Desde cuándo? ¿Qué pasó? No consigo aclarar mi mente. Recuerdo estar corriendo y caer, Caleb me ayuda a levantarme… Caleb. Disparos. Dolor ¡Ya recuerdo! 

— ¡Oh, está despierto!—por un breve momento, cargado de espanto, pienso que los hombres de Jofré me han atrapado nuevamente, pero solo es la voz del enfermero que me toma por sorpresa y me ha sobresaltado un poco, un poco bastante—por favor no se preocupe, manténgase tranquilo, llamaré al doctor—dice intentando calmarme al ver mi reacción exagerada. Sale apresurado de la habitación tras decir estas palabras y vuelvo a quedar solo ¿Cuánto tiempo habré estado aquí? ¿Caleb y los demás donde estarán? ¿Estarán bien? Oigo pasos acelerados que se dirigen hacia mi habitación, espero con ansiedad ver aparecer a Caleb por el marco de la puerta. Mi corazón late desbocado, aún no entiendo bien qué siento por él, pero sí sé algo, quiero verlo, necesito saber que está bien.

—Hola mi nombre es Augusto Comte, el médico que lo atenderá  —grande es mi desilusión al ver entrar al galeno y no a Caleb— ¿Cómo se encuentra?

—Bien, siento como si hubiera dormido una eternidad

—Eso es bueno, se siente usted descansado—hace una pequeña pausa y anota algo en su planilla— ¿Tiene algún tipo de dolor? ¿Dolor de cabeza, de espalda?

— No

—Bien— nuevamente toma nota

— ¿Hace cuánto estoy aquí? ¿Qué pasó?— me observa sobre sus lentes con mirada inquisidora como calculando su respuesta

— ¿En verdad no recuerda qué pasó?

— Recuerdo estar trotando por el parque, algunas cosas cotidianas, pero no como llegué al hospital— es mentira, lo sé, pero no puedo decirle nada sobre Caleb y su familia. Jamás traicionaré su confianza y tampoco me atrevo a inventar algo yo ya que ni siquiera sé que habrán dicho que ocurrió cuando me trajeron. No quiero dar una versión que pueda no corresponderse con la que ellos dieron. Eso traería más atención que la necesaria hacia la familia de Caleb y eso no sería bueno para nadie. 

— Bien, verá, es un tema complicado con intervención policial y todo, pero creo que no hay problema si le digo lo que, hasta ahora, sabemos— sus ojos me resultan extrañamente calculadores, despiertan en mí todas las alarmas. No puedo evitar estar en completa alerta— cuando usted fue traído a las instalaciones, vino acompañado por dos hombres afroamericanos muy bien dotados— saca una pequeña linterna y revisa mis ojos anotando inmediatamente en la planilla— ellos dijeron que lo encontraron en un callejón apenas consiente y que usted les dijo que lo habían asaltado— Clava esos penetrantes ojos en mí, creo que espera descubrir algo pero no sé qué— Claro que tuvimos que dar parte a la policía y la investigación, hasta ahora, ha arrojado que usted lleva días fuera de la ciudad en paradero desconocido, por lo cual se investiga si no ha habido algo más que un robo— toma su estetoscopio y controla mi respiración. Al hacer esto inmediatamente después de hacer la pregunta me siento como si me estuviera interrogando un agente de la CIA. Uso todo mi autocontrol para no tartamudear, ni respirar mas aceleradamente, hasta intento controlar en lo posible mis latidos— ¿Lo hubo?

— Ahora recuerdo un poco más— lo miro esperando que aún crea en  mi cuasi amnesia— no estaba en la ciudad, tomé unos días libres y me fui a una pequeña posada cerca de la playa— lo sigo con la mirada esperando confirmar si me cree, no me fío de él— cuando volví, dejé mis cosas en casa y fui hasta el cajero a extraer algo de efectivo, luego de eso no recuerdo gran cosa—veo que asiente con su cabeza y envía un mensaje de texto con su celular. Toma nuevamente la planilla y termina de completarla poniendo su firma y cello en ella.

— Bien, me alegra que se esté recuperando tan rápidamente. Si sigue a este ritmo muy pronto podrá irse a casa y continuar con su vida normal— no me gusta el tono que usa, no me gusta él para nada. Camina con dirección a la puerta y está a punto de salir cuando recuerdo que aún no me ha dicho cuanto tiempo llevo aquí.

— Espere un momento por favor— voltea a verme con una expresión extraña en sus ojos— no me respondió hace cuánto que estoy aquí

— Hoy sería el tercer día.

NO ME DEJES IRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora