DOMINGO

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Amanece un cielo oscuro totalmente encapotado. El aire huele a lluvia. Es un olor que relaja los sentidos. Abro la ventana de nuestra habitación para dejar entrar el frío matinal. Caleb aún duerme arropado con una manta de un azul oscuro que resalta el dorado de sus cabellos, se ve tan dulce que todavía me cuesta imaginar que también puede ser absolutamente cruel. Acerco el sillón a la ventana y me quedo observando el paisaje salvaje del bosquecillo que rodea la cabaña. Es un pequeño bosque de árboles apretados que obstruyen totalmente la vista de visitantes curiosos, es como si los hubieran plantado con ese propósito específico. Detrás del bosque hay un río que forma un pequeño lago alargado. Atrás la casa está custodiada por un cerro que forma casi una media luna que la rodea parcialmente. Estratégicamente hablando, la cabaña es una pequeña fortaleza. El único acceso que hay es rodeando si o si el cerro, lo que necesariamente significa anunciar tu llegada.

Caleb, Dana y Aarón se turnan para cubrir un puesto de vigilancia ubicado en la cima del cerro. Es un puesto construido con ramas y piedras del mismo cerro lo cual hace que se confunda con el paisaje, es absolutamente invisible a la vista de un desconocido. Aunque yo dudo que alguien nos encuentre en este lugar, ellos han tomado todas las precauciones para asegurarse de no ser atrapados, nuevamente, en un descuido. Han aprendido una valiosa lección y ya no subestiman a su enemigo.

Preparo un desayuno y lo llevo a la habitación para desayunar junto a Caleb, no estoy de ánimos para compartir la gran mesa en el desayuno. Hoy me siento algo nostálgico. No puedo dejar de pensar cuan diferente sería mi vida si no hubiera conocido a Caleb, si Samo hubiera aceptado mis sentimientos, si nunca me hubiera embriagado en un bar cualquiera. Hasta el día en que conocí a este hombre, que ahora observa ensimismado el paisaje por la misma ventana que hubiera utilizado yo hace unos minutos, yo jamás había pasado por algo más traumático que el rechazo de Samo.

—Has despertado, buen día—saludo a Caleb intentando que no descubra el ánimo en que me encuentro y esperando que no haga su gran acto de leer lo que estoy pensando.

—Buen día—se incorpora del sillón y me ayuda con la bandeja que traigo en las manos. Toma mi rostro con la gentileza que, sospecho, utiliza solo conmigo y me besa tiernamente—¿Pasa algo? —maldito sea él y su capacidad de ver a través mío.

—No pasa nada, solo echo de menos mi casa y mi vida—no me atrevo a mentirle dado que de igual modo se dará cuenta.

—Ven aquí—me toma por la cintura y me guía hasta sentarme en sus rodillas. Ahora ambos observamos el paisaje por la ventana, la lluvia ha comenzado a caer y en un par de horas será el turno de Caleb para vigilar los alrededores. No quiero quedarme solo con su familia de nuevo—Nunca dejaré que nada malo te pase. Sé que puede sonar falso lo que te digo, después de todo has estado en un horrible peligro desde que te obligué a estar conmigo—el tono de su voz cambia levemente y su mirada se desvía, otra vez la culpa se refleja en su rostro como la vez que hablamos en mi auto—Pero esta vez será diferente porque no pienso separarme de ti—Me envuelve en un cálido abrazo y besa mis labios con más lujuria que ternura—Te amo.

—Sí— es todo lo que sale de mi boca, ahora soy yo quien baja la mirada. No es la primera vez que me dice algo semejante, pero no puedo corresponder a sus sentimientos, pues yo mismo no estoy claro con respecto a lo que siento por él. No sé si es solo la necesidad de sobrevivir lo que me ata a él, o el temor a que vuelva a salir el demonio que lleva dentro, o que su familia decida que no soy de fiar y vuelan a intentar acabar con mi vida. Sí tengo en claro que no deseo que muera, y que sus caricias logran encenderme de una forma en que nunca antes nadie lo había podido hacer.

—Lamento interrumpir— Jared está de pie en la puerta de nuestra habitación, olvidé que había dejado la puerta abierta ¿Hace cuánto está parado ahí? ¿Escuchó toda la conversación?—Caleb tu madre necesita hablar contigo un momento, te está esperando en la entrada, fuera de la casa—Caleb me besa y sale de la habitación. Jared está de pie como decidiendo si entrar o irse.

NO ME DEJES IRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora