Juego sucio

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   Temblando. James estaba temblando. Intentaba con todas sus fuerzas prestar atención a la anécdota de su tía Hermione sobre alguna de sus tantas travesías como héroes, pero no podía. Porque estaba tan duro, que no podía. Miró a Teddy, que le sonreía con fingida inocencia desde su asiento. Graso error. La intensidad del plug subió repentinamente, y sintió todas sus paredes temblar. Tuvo que morder su mano para no gemir. 

   Se maldijo a sí mismo recordando cómo había empezado todo. Hace una semana James, en su momento de dominancia, le había pedido a su novio que le dejara probar con él el bondange. Teddy había accedido, pero había impuesto una condición. Esta. Que James debía pasar un mínimo de dos horas con eso puesto durante una cena familiar. Se sonrojó aún más de lo que estaba recordando el momento en que su novio le ayudó a colocarse el dichoso aparatito.

   Potter se volvió a plantear si había merecido la pena. La imagen de Teddy maniatado a cuatro, con los ojos vendados y babeando por él le vino fugazmente a la cabeza. Definitivamente había valido la pena. Pero ese recuerdo no ayudó a su autocontrol. En absoluto. Se sentía tan, pero tan malditamente desesperado.

   - ¿A que sí, James?- le preguntó su madre. Enrojeció furiosamente, intentando en vano que las palabras saliesen de su garganta. Pero para su suerte Teddy se apiadó de él y bajó la intensidad. Eso creyó.

   - ¿Qué dijiste, mamá? Perdón, es que estaba distraído. 

   - Digo que este año has sido primero de la clase en la academia de aurores ¿A que sí?- Ginny miró de reojo a su tía Hermione, que lo miraba incrédula. James se habría enfadado de no ser porque la intensidad volvió a subir. 

   - ¿E-eh? Sí, sí sí. Primero de la promoción. Me dieron u-un diploma.- la cara de su madre se llenó de orgullo, y le guiñó un ojo, para retomar su conversación. Oyó a su tía mencionar algo sobre Rose y pociones, pero no podía importarle menos. Porque Teddy no lo quería dejar ahí. Aumentó un poco más la vibración y le sonrió con malicia. 

   - Tía Ginny ¿No parece que Jamie tiene fiebre?- canturreó Lupin. El mencionado abrió los ojos como platos, y se aferró con fuerza al borde de la mesa. Su madre posó la mirada sobre él. Se levantó de la mesa para acercarse a su hijo y posó la mano en su frente. James no veía la forma de soportar está tortura por otros cuarenta minutos.

   - Si que parece que tienes un poco de fiebre, cariño.- James carraspeó suavemente. 

   - E-estoy un poco mareado. No es nada, mamá, no te preocupes.- murmuró con un hilo de voz, casi inaudible. Albus observaba toda la escena extrañado. James llevaba toda la noche actuando extraño.

   - Cariño, deberías ir a tu cuarto a relajarte un rato. Voy a prepararte una manzanilla y ahora te la subo, de acuerdo?- James asintió con suavidad, de nada valía negarle algo a Ginny Weasley, la discusión iba a concluir de la misma forma aceptara o no.

   - Tía Ginny, es Navidad, relájate. Yo me encargo de Jamie.- Teddy, tan servicial como siempre, se levantó y le tendió la silla a la pelirroja para que se sentara, dedicándole una amplia sonrisa.

   - ¿Harías eso por mí?- preguntó con cariño la mayor, acariciando su mejilla con dulzura. Por un momento Teddy sonrió enternecido, olvidándose por completo de su pareja para dejarse querer por su madrina. Siempre fue tan dulce con él.

   - Por su puesto que sí, Gin.

   - Ay cariño, eres un cielo, de verdad. Me recuerdas tanto a tu madre.- ambos sonrieron, enternecidos. Pero un ruido los sacó de su pequeña ensoñación. James se había caído de la silla.

   - ¡Jamie!- el peliazul corrió a socorrerle, pues de había olvidado de que la intensidad seguía al máximo. Enseguida la bajó, y apoyo al menor en sus hombros para ayudarlo a levantarse, agarrándolo de la cintura.

Juego sucio (Jeddy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora