Capítulo 7: El bosque de la angustia

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Capítulo 7: "El bosque de la angustia"
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10 de diciembre de 2019 - 10:30 PM

La joven de cabello castaño se encontraba recostada tranquilamente en su cama. Había tenido un largo día en la escuela y para ese punto de la noche ya había terminado sus tareas, no es como que hubiera tenido muchas desde un principio. Suspiraba mientras mantenía los brazos ligeramente estirados hacia arriba y sostenía ese pequeño dispositivo electrónico sobre su línea de visión. Su madre ya le había enviado un mensaje para avisarle que ella y su padre se quedarían más tiempo en el trabajo para terminar muchas cosas que tenían pendientes. Eso, sumado al tiempo que les tomaba viajar del trabajo a casa, aseguraba que llegarían ya entrada la madrugada.

Siempre era lo mismo, siempre llegaban tarde y se iban temprano, casi ni los veía ni mucho menos hablaban de cosas interesantes, de sus vidas. Era cierto que ya no era una niña pequeña, pero lo menos que una persona espera es llevarse bien con las personas con las que compartes hogar, tu familia. Apenas y sabía cosas de ellos. Siempre tenía que hacer todo ella misma, y al ser la única que se quedaba en casa, a veces la hacían encargarse de la limpieza. No se quejaba, era como vivir solo, pero en ese caso: ¿Por qué no simplemente se iba? Podía ir a hacer todo por ella misma a otro lado. Era entonces cuando recordaba que no tenía suficientes estudios para conseguir un trabajo decente. No se podía esperar que trabajando en un restaurante de comida rápida le alcanzara para darse la comodidad con la que contaba ahora. Parece que tendría que esperar más tiempo.

Porque era cierto, gracias a que sus padres trabajaban casi todo el tiempo es que tenían una casa tan grande, tan bien decorada y con tantas comodidades. Desde pequeña siempre tuvo todo lo que pudiera desear, bastaba con pedirlo y sus padres lo compraban. Pero al ir creciendo te das cuenta de que no siempre lo material basta. ¿De qué servía tener todo si la casa estaba casi vacía? Sólo estaba ella la mayoría del tiempo. Quizás tenía comodidades, pero parecía que no tenía padres, parecía que estaba sola. Podía decir, casi con seguridad, que ni siquiera los conocía.

Estaba abrumada con esa vida, se sentía atrapada, una especie de monotonía. Algo tenía que hacer para cambiar, para sentir cosas distintas, pues de lo contrario no terminaría muy bien, probablemente.

Miraba la pantalla mientras le exponía a su amiga todas esas cuestiones a través de mensajes. Era su mejor amiga, de hecho, y llevaban ya un buen rato conversando por medio de esa curiosa aplicación de mensajería instantánea, con un igual de curioso logo color verde.

"Debería irme de casa y empezar a ser independiente" — fue lo último que le escribió.

"Para hacer eso debes estar completamente segura, se dice fácil pero la realidad es muy diferente. No dudo que puedas hacerlo, pero toma en cuenta que no será sencillo, menos con las comodidades a las que estás acostumbrada" — respondió su amiga.

"Lo sé, sé que no es sencillo, pero necesito hacer algo" — escribió de vuelta.

"Ya se te ocurrirá algo. Eres fuerte, seguro puedes aguantar un poco más".

Sonrió, aunque de manera irónica porque sabía muy bien que ella no era tan fuerte ni muy valiente, siempre trataba de aparentarlo y se esforzaba por serlo, pero seguro que una situación muy impactante podría quebrarla.

"¿Sabes qué me parece curioso? Hoy no intentas manipularme para que te acompañe en ese arriesgado viaje que quieres hacer" — escribió, agregando un característico "emoji" que denota risa.

"JAJAJA, lo siento, es que eres una persona muy fácilmente manipulable" — recibió como respuesta. Lo que mandó a continuación no fue texto, fue una serie de emojis que indicaban seriedad, con toques de molestia.

Infección - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora