Capítulo 6: El escape

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Capítulo 6: "El escape"
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13 de enero de 2020

El sol ya había salido, y Astrid estaba limpiando la última mesa que le faltaba. Estaba a un par de minutos de abrir el restaurante.

Se había levantado más temprano de lo usual para tener todo listo a tiempo, ya que su esposo no la ayudaría. Había ido el día anterior a visitar a sus padres, al parecer su madre había estado algo enferma. No había convivido mucho con sus suegros, eran personas que no salían a menudo, que preferían estar en su propio mundo. Por ese motivo no era como que les tuviera mucho afecto, aunque tampoco tenía una mala impresión de ellos. No la habían tratado mal en las pocas veces que habían convivido. Quizás simplemente les daba lo mismo. Vivían a las afueras de la ciudad.
En algún momento le llegó a parecer extraño que la señora se enfermara tan seguido, pues muchas veces Hans le decía que iría a verla por eso. Era una mujer ya mayor así que en algún momento llego a pensar que era normal. Aunque la última vez que la vio parecía fuerte, no tenía pinta de ser alguien que se enfermera mucho. Aun así, no tenía motivo para dudar, Hans era muy respetuoso con ella y siempre muy atento, era obvio que la quería.

Por eso se había apurado con sus deberes y había terminado justo a tiempo para abrir. Cuando se dirigió a la puerta lo vio venir, a su esposo junto con ese amigo que personalmente no le terminaba de agradar. Abrió la puerta y como toda una loca enamorada corrió a abrazarlo. Lo besó levemente y luego por fin se alejó.
Rápidamente los tres entraron al local.

— Todo parece en orden por aquí. ¡Esa es mi chica! — halagó.

— Sabes que tengo un gran sentido de la responsabilidad — dijo, con un poco de ego.

— No sé qué haría sin ti. Sin duda yo solo nunca habría podido sacar adelante el negocio.

— Por eso siempre te lo digo — se acercó para abrazarlo — que somos un equipo.

— Siempre lo seremos, preciosa.

En todo ese tiempo, Snotlout había estado viéndolos con el ceño ligeramente fruncido. No parecía la persona más cómoda del mundo al contemplar la escena.

— ¿Fuiste a la casa? — preguntó Astrid de repente.

— No, Snotlout me hizo el favor de traerme — le respondió, apenas venía llegando de su corto viaje. Fue hasta ese momento que la rubia le tomó importancia a su presencia — creo que debería ir a cambiarme.

— Ve, yo estaba a punto de abrir. El resto del personal ya está en la cocina, estamos listos.

— Me daré prisa para venir a ayudarte.

— No te preocupes, lo tengo todo controlado — dijo orgullosa.

— Lo sé — le sonrió — ¿tienes las llaves?

— Las dejé en la oficina.

— Voy por ellas.

Acto seguido, se dirigió hasta la pequeña oficina al fondo, a buscar las llaves de la puerta de su casa. Astrid se giró para asegurarse de que todo estuviera en orden. Le dio un vistazo general a todo: las mesas, sillas, todo estaba en orden. De repente sintió algo, volteó de manera disimulada y creyó ver de reojo que Snotlout no dejaba de mirarla. Decidió hacer como que no se daba cuenta, pero no cesó. La sensación de su mirada sobre su espalda siguió y siguió, se iba a ir a la cocina, para distraerse y olvidarse del asunto, pero ya no pudo contenerse más. Se giró de manera abrupta y lo atrapó mirándola fijamente. Él rápidamente desvió la mirada, alcanzando a poner una expresión nerviosa y a mover las manos. Sabía que lo había atrapado.

Infección - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora