Alma gemela

31 15 8
                                    


Me desperté como todos los días de mi eterna vida, los sirvientes entraron a mi gran habitación de color crema. Para una vampira, ese color era una ofensa, pero amaba los colores claros.

Si, como leen, soy una vampiresa, la reina de los vampiros, más bien, la princesa, mi hermano Kevin, era el Rey, en unos días cumpliría sus 320 años, pero habia sido coronado rey antes, por la muerte de nuestros padres.

Está mañana sería agotadora, tendría que ir a la Universidad, mis títulos son en vano, pero borro la mente de los estudiantes y profesores, para que olviden mi pasó una y otra vez en la universidad.

- gracias Matilde. Esa era la criada que me cuida desde pequeña, me estaba ayudando mientras me areglaba.

- siempre sera un honor mi princesa. Sonrió, lo dijo por el puesto, no por cariño.

- podrías peinarme, tengo 208 años y no lo soportó. Ella río y asintio.- odio ser tan pálida. Pasé mis manos por mis mejillas.

- no se ponga asi señorita, somos vampiros, todos somos así. Me explicó, y me hizo una coleta, dejando mi pelo por encima de mi trasero.

Cogí mi mochila, y unas llaves.

- Matilde. Ella me miró.- dígale a mi hermano que regreso tarde, daré un paseo. Le dije a punto de salir.

- señorita. Insistió, ya habia salido de la habitación, pero volví.- recuerde no regresar tarde,  la poción deja de funcionar... La interrumpi.

- a las 10:00pm, estaré aqui antes. Salí de mi habitación sonriendo.

No me topé con mi hermano por los pasillos, eso era extraño, mis sobrinos seguro estarían correteando por ahí. Mi hermano Kevin, estaba casado hace unos 100 años, con la hija de uno de nuestros hechiceros, ella fue su clik, su alma gemela, o lo que sea, tubieron dos bebés, uno es vampiro, y el otro mitad vampiro, mitad hechicero, son gemelos, y aunque vivía con ellos hace unos 118 años, no los distingo bien, siempre andan corriendo y jugando con sus poderes por la casa.

Me monté en el coche, y Max mi chofer, el mejor amigo de mi padre, era el que me llevaba todos los días a la universidad.

- buenos días señor Max. Le dediqué una sonrisa.

- buenas señorita Victoria. Por fin alguien que me llamaba por mi nombre en esta mañana.

Recordé que Matilde me había dicho lo de la poción, y su efecto, esa posición era para que los cazadores del vampiros, que habitaban en el pueblo humano, no pudiesen identificarme, ya que ellos también sienten la presencia de vampiros, u otros seres. Las brujas y los hechiceros tenían un pacto con nuestro reino, nosotros los protegiamos, y ellos no daban cualquier cosa que necesitabamos.

Pasamos el perímetro de los hombres lobos, aqui vivía mi mejor amigo, se supone que los hombres lobos y los vampiros no son amigos, pero ese problema lo solucionaron mis abuelos hace mil años ya.

- para max. El frenó.- tenemos que esperar por Lucas. Mi mejor amigo.

El asintió.

Y en eso mi lobo preferido entró en el coche.

- te he dicho ya que eres la vampira más linda. El siempre tan cariñoso conmigo.

- no!!. Hice una mueca de disguto.- y seguro no te he dicho que eres el mejor lobo del mundo. Le besé en la mejilla.

- soy tu unico amigo lobo, victoria. Sonrió.

Lucas es mucho más alto que yo, de ojos marrones, pelo negro, cuerpo más que definido, y en lo que siempre me fijaba de el, que yo misma fui quien se lo hizo, un tatuaje de un lobo, y un murciélago. En teoría eramos el y yo, según nuestros antepasados nuestra forma aparte de parecer humanos era de un murciélago, pero lamentablemente no es así hoy en dia, sin embargo los hombres lobos siguen con su ensencia.

Hemos llegado a la universidad, Lucas llama la atención de unas cuantas chicas, pero el ya encontró a su alma gemela, así que ninguna de ellas les llama la atención.

Entramos a nuestra clase, Lucas se sentó a mi lado como de costumbre, y la profesora de historia entró.

- buenos días estudiantes. Nos dijo la profesora, y todos respondimos en conjunto.- hoy entrará un estudiante nuevo, tiene vuestra edad, espero que lo traten con el debido respeto. Todos asentimos.- pase fabio. Todos miramos hacia la puerta, no me interesaba saber quien era el nuevo, pero ya que estamos.

El chico entró, era de la estatura de Lucas, por su aroma, sentí que era humano, su pelo era negro daba a sus orejas y frente, ojos de color azul oscuro, como si vieses el mar a traves de ellos, estaba ejercitado para tener 20 años. Y entonces lo sentí, mi corazón se hundió en mi pecho, mis manos comenzaron a sudar...

No puedo creer que ese mortal sea mi alma gemela.

Enamorada de un mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora