3x13: ʜᴜᴍᴀɴ.

95 25 7
                                    

"Maybe I'm foolish

Maybe I'm blind
Thinking I can see through this
And see what's behind
Got no way to prove it
So maybe I'm blind
But I'm only human after all
I'm only human after all
Don't put your blame on me"

"Some people out of luck

Some people think I can solve them
Lord heavens above
I'm only human after all"

Human de Rag'n bone man.

Ni la capa de invisibilidad ocasional, ni los gnomos fingiendo ser un chico guapo, ni la sociedad del ojo cegado, ni los sueños de Stanford sobre Bill, ni el descubrimiento del verdadero fundador de Gravity Falls, ni la existencia, amistad y muerte de McGucket se comparaban a este momento sublime de este episodio de mi vida.

Frente a mí estaba él. Sabía que era él, no había misterios ni dudas, era Stanford Pines quien había ingresado al cuarto. Lo reconocía. Él era, con su cinturón en donde guardaba un arma y su actitud intimidante que dejaba helada a cualquier persona, en especial, a cualquier persona que se atreviera a hacerle frente o lo mirara de cerca, él era Stanford Pines.

Aquel hombre parecía tener el poder ante la situación, inclusive más del que tenía Gideon, haciéndolo ver pequeño ante aquel momento. Y de allí, todo sucedió tan rápido. Es como si Stanford me tuviera en un trance ante la impresión que visualice todo en cámara rápida, asombrada aún, de que poco a poco el diario se volvía real.

Stanford me desamarro de la silla, regañó a Gideon por su actitud y me sacó de la pequeña habitación que resultó ser parte del sótano del hogar de Gideon Alegría. Fue impactante para mí contemplar como de ese espantoso sitio, mientras iba subiendo al piso de arriba, me encontraba con una casa pulcra y elegante, para después encontrarme un pueblo desolado, con un clima gélido, pero a su vez, con un ardiente sol encima de nosotros.

Aquello me dejó sin palabras. Y más al ver a ciertos habitantes del pueblo, parados en diversos lugares, observándonos como robots. Tragué saliva duro, mientras me subían a un carro y seguí un camino tranquilo hasta llegar a la tan conocida cabaña de misterio. Y sin esconder mi sorpresa, ingresé al establecimiento, a la puerta donde guiaba al hogar de los Pines, dándome cuenta que no estaba sola ahí. Estaban casi todos los del zodiaco.

Soos, o signo de pregunta, estaba sentado en el suelo abrazando a su esposa por detrás, Pacífica, o llama, estaba sentada en el sofá con un escandaloso chongo de moño, y un maquillaje sencillo, pero elegante, que hacía relucir su rubia melena.

Stanley estaba ahí, en un rincón de la sala, escondiendo su rostro. No alcanzaba a verlo con precisión, pero al tener una complexión similar a la de Stanford —a excepción de los músculos—, creía que era él. Y, por último, sentada a lado de Pacífica, mientras tejía un abrigo, estaba Mabel Pines. Misteriosamente estaba usando una trenza larga con ciertos mechones rebeldes afuera. Sonreía de oreja a oreja, mientras chiflaba.

Aunque, faltaba uno en el lugar...

─¡Eres una tonta! —gritó Dipper apareciendo de la nada, tomándome por sorpresa.

A diferencia de su hermana, él aún contaba con un rostro infantil y tierno —pues Mabel poco a poco había obtenido rasgos más femeninos y delicados haciéndola ver, inclusive más guapa y elegante que a la misma Pacífica—. Pero, pese a la sorpresa que me dio Dipper, aun así, no dudé en defenderme ante el cansancio que sentía que me llamaran de esa cruel manera.

─¡Dejen de llamarme así! Me equivoque, ¿sí? Todos nos equivocamos, ¡somos humanos! —solté alterada, sin pensar, pero defendiéndome, ante todo, rompiendo la paz.

ɢʀᴀᴠɪᴛʏ ꜰᴀʟʟꜱ: ꜱᴛʀᴀɴɢᴇ ᴛᴏᴡɴ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora