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El jefe de Wooyoung es el hombre más hormonal, testarudo y molesto que podrás encontrar en la vida. Pues logra sacarlo de sus casillas con su irritante voz cada que pasa por su oficina solamente a comentar que debe terminar antes del jueves o de lo contrario pasará el fin de semana dentro del edificio sin poder salir hasta que termine lo que debe.

Y lo que advierte, lo cumple. Supo que, a uno de sus colegas, de nombre Jongho, le tocó pasar el fin de semana frente al computador, entre pilas y pilas de papeles y varias tazas de café hasta que logró terminar con su tarea. No mucho tiempo después renunció a su puesto ante la presión que le hacían sentir.

Así como la historia de Jongho se conocían muchas otras más y todos los empleados las sabían.

Los rumores tampoco dejaban de circular en el segundo piso del edificio, que era donde los cubículos de las oficinas de cada uno de ellos se encontraban, y todos eran sobre el alfa líder de la empresa que les brindaba el apoyo monetario necesario para mantenerse a sí mismos y a su familia.



"Oí que su esposa lo dejó hace menos de un año porque le fue infiel con su secretario".

"De respetable ese hombre no tiene nada cuando cada fin de semana se le ve con una omega nueva".

"Muchos dicen que en realidad es homosexual, pero lo oculta cuando admite haber salido con ciertas mujeres porque su reputación y la de la empresa se verían afectadas".

"Espero que así de enojado cómo se comporta siempre con nosotros lo sea en la cama".

"No tendría problema alguno en dejar que ese hombre fuera el padre de mis cachorros".



Porque sí, su jefe –a pesar de ser el mismo mal en persona– también era malditamente apuesto y todos los presentes lo sabían. No por nada mantenía una carrera de modelo aparte de ser empresario. Era alguien realmente codiciado y deseado por betas y omegas, incluidos algunos que otros alfas.

Pero la decepción crecía en sus interiores cuando se enteraban de simples y maliciosos chismes como el hecho de que era una persona bastante fetichista, que le gustaban los encuentros donde solamente eran cosa de una noche o que su pene medía menos que el de un omega escuálido.

¿Qué necesidad había de meterse con el tamaño del pene de tu propio jefe? Wooyoung lo creía innecesario y por eso hacía oídos sordos a cada uno de sus compañeros de trabajo. Lo único que tenía en mente cada día de su vida desde que consiguió el trabajo era el terminar lo antes posible para no tener que verle la cara de estúpido y arrogante a aquel alfa que se hacía llamar su jefe.

Pero al parecer no siempre la suerte estaba de su lado, pues era conocido por ser el "empleado favorito y privilegiado" del jefe Choi.

Pura mierda era ese apodo que se había ganado por los oficinistas envidiosos ante la extraña atención de más que le daba el hombre. Todos lo veían como una ventaja, pero Wooyoung sabía que era una completa maldición ganarse la atención del jefe porque solamente sabría agradecerle con mayor cantidad de trabajo u horas extras de su turno semanal.

—Que agradable es verte por éstos rumbos, Jung.

"Hablando del rey de roma", pensó Wooyoung antes de forzar una sonrisa en su rostro y girar su silla para poder encarar al otro alfa.

—También es agradable poder encontrarme con usted, señor Choi —respondió después de dar una pequeña reverencia en forma de saludo, aún con la sonrisa falsa sobre su rostro.

boss|woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora