34. - Estrellas.

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David salió al jardín, recostándose sobre la húmeda grama, cerrando sus bellos ojitos bajo el extenso manto oscuro adornado de brillantes estrellas.

Era de noche, y hacía algo de frío, pero no tanto, no lo necesario como para abrigarse hasta el cuello.

— Mick... — Me llamó, no contesté. — Michael, ¿qué te pasa?.

— ¿Yo?, nada, mi amor, ¿Por qué?. — Contesté, fingiendo estar despreocupado, yo sí tenía algo, temblaba por los nervios y mis dientes castañeaban.

— No hace tanto frío como para que estés temblando... ¿Quieres acostarte aquí, conmigo?. Te daré calor con todo gusto. — Soltó una dulce risita. — Me late con fuerza el corazón cada que te digo cosas bonitas... como siempre. — Y noté su pálido rostro enrojecer, aún se sonrojaba conmigo.

Mi corazón también latió, y mi cara se calentó, era aquella sensación de no sentir necesidad hacia él, sino que nos complementábamos, era literalmente mi media naranja. Suponiendo que todos somos naranjas picadas a la mitad. Somos como pan y mantequilla. Uña y mugre. Media y zapato. El gordo y la flaca. Freddie Mercury y Queen. Podría quedarme todo el día dando ejemplos de lo mucho que nos complementamos.

Me acerqué, aún temblando, David escuchó mis pasos y abrió sus ojos, mirándome mientras me sonreía, extendiéndome sus bonitos brazos.

Me agaché y me acosté a su lado, sintiendo cómo me rodeaba con calidez y amor. Lo amaba, lo adoraba en demasía.

— David. — Replicó con un "¿Mmh?". — Te amo mucho. — Me iba a contestar, pero le interrumpí. — ¿Puedo ser tu esposo?.

Palpé mi bolsillo y lo saqué, una cajita bonita con un anillo más bonito aún adentro. David estaba estático, tocando su mejilla. Se lo mostré, y sin más, empezó a llorar a mares. Sacando de su bolsillo una caja con otro anillo, haciéndome llorar a mí.

— ¡Maldito!, no me dejaste pedírtelo primero. — Me dijo mientras me besaba repetidamente mis labios y mis mejillas.

— Pero entonces... ¿sí quieres?, es decir, entendería que no quisieras porque somos jóvenes todavía y- — Me interrumpió con su risa.

— Ay, mi amor, nunca había deseado algo con tanta fuerza en mi vida. — Y se me puso encima, besándome con frenesí.

Y pasamos el resto de la noche besándonos acarameladamente, con la mirada acariñada de la luna y las estrellas.

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esta es como la versión bonita de el cap 30 porque me gusta muchísimo escribir cositas soft<33 y también porque mick egocéntrico me prende muchísimo pero a su vez me cae mal, cosas de la vida.

HeadCanons • DavickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora