31. - Hundido en la melancolía.

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Dedicatoria:
para una de mis mejores amigas, mi bonita, bella, hermosa y preciosa Vicky_epg <333, quien, desde el inicio, me apoyó con esta historia y creo que hasta la volví dick bagger lover. Te amo. Gracias, muchas gracias por todo, por existir y por estar para mí.
***

"¡Usted ha sido invitado a la boda del siglo!. Este miércoles, 14 de febrero, venga a la hermosa unión de David Jones e Iman Muhammed.

Para: Keith (y familia).
Con mucho cariño: David. "

Leía una y otra vez la carta, no lo podía creer. David... mi David, se iba a casar. Se iba a casar. Se iba a casar con alguien que no era yo.

Agité mi cabello y pasé mi mano por mi rostro, limpiando mis lágrimas. Ni siquiera se había tomado la molestia de invitarme. Tenía la invitación sólo porque Keith la recibió e inmediatamente llegó corriendo a mi casa para darme las tristes noticias.

No era su culpa, de todos modos, yo nunca le dije lo que sentía, y él tampoco dijo llegar a sentir algo por mí. Pero me ilusionó el hecho de que nunca me negaba un beso, muchas veces él tomaba la iniciativa de besarme o de invitarme a su casa para tener sexo intenso y desenfrenado.

El teléfono de la casa empezó a sonar y yo suspiré, me acomodé -como si alguien me fuera a ver- y contesté.

Hey Mick, ¿cómo estás?. — Era Keith, su voz sonaba pausada y tranquila. Qué milagro. — Oye, voy a hacer una fiesta, ¿te interesa venir?.

Asentí energéticamente y golpeé mi frente con la palma de mi mano por tal acción tan tonta, no me iba a ver. — Sí, sí me interesa, ¡me interesa mucho!. — Empecé a reír nerviosamente. — Estaré allá en una hora. Espero que hayan muchas drogas, alcohol, putas, hombres, y sacerdotes. — Oí la risa de Keith desde el otro lado y colgó.

Bien, sería algo entretenido, ¿No?.

***

Vaya basura de fiesta. O bueno... yo sería la basura en aquella fiesta, todos estaban ocupados bailando, tomando, drogándose o teniendo sexo en la cocina.

Pero yo estaba tan sumido en mis pensamientos y tristezas que ni me interesaba un poco en ello, cargué toda la fiesta con una botella de cerveza en la mano y cuando todo acabó ni siquiera la tenía por la mitad.

Keith se apenó por mi estado de ánimo y me prestó su habitación para dormir, pues era algo tarde como para volver a casa, le agradecí, pasé al cuarto, me lancé a la cama e inmediatamente empecé a llorar contra la almohada.

Una idea me iluminó. ¿Qué tal sí...?

Me sabía el número de David de memoria. Y Keith tenía un teléfono en su mesita de noche, así que marqué y esperé a que NO me contestaran.

No fue así, me envió al buzón e hice una mueca. Volví a marcar el número un par de veces más, hasta que, a la décimo segunda llamada, contestaron.

— ¿Sí?... — Era su bella y adormilada voz. — ¿Puedo saber quién llama?. — Su hermosa voz y el sentir su presencia hicieron que los vellos de mis brazos se erizaran.

— Mick. — La línea quedó en silencio por un rato, supuse que estaba mordiendo sus uñas por los nervios.

— Oh... — Oí un pesado suspiro. — Creía que era algo importante. — Rió, seguramente nerviosamente, y se dio cuenta de lo qué había dicho. — Quiero decir... No es que no seas importante, no, no, es que... Eh... Y-yo... Ehm... ¿Qué tal...?

HeadCanons • DavickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora