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JACOB

El airé frío chocaba tan bruscamente contra las ventanas cristalinas del ferrocarril que andaba a gran velocidad. Los rieles en medio de grandes campos tan verdes que se podía ver el infinito del horizonte y después pasaban entre las entrañas de bosques inmensos donde una vez entrará la locomotora se perdía a la vista y solamente volvía a reaparecer cuando salía de los bosques del norte. El camino hacia el Capitolio era largo si se iba de Nueva Capital a el Capitolio, meses a pie o a cabalgata pero días o tal vez algunas horas en transporte moderno como lo era en auto o en ferrocarril. Siempre y cuando no se cruzarán o invadían tierras Medievales ya que estos pueblos detestaban a muerte lo que fuera echo por pueblos modernos y preferían lo antiguo y básico de sus culturas, hábitos que no tenían pensado abandonar por nada. El ferrocarril tenía suerte de haberse construido en tierras de nadie y respaldado por las leyes del Alto Mando.

Jacob miraba los arboles que pasaban rápidamente enfrente de él con la barbilla sostenida en su mano derecha; miraba cómo recorrían las gotas de agua que se escurrían en la ventana por el frío del aíre que chocaba con la misma. Pensativo y serio no prestaba atención a nada que no fuera lo que vieran sus ojos., aveces pensaba en las palabras que escucho decir aquel anciano o si estaba en lo correcto en a ver aceptado el obsequio que se le fue entregado. Observó de repente su mano izquierda que estaba cubierta con un guante al igual que su mano derecha y solamente observaba sin expresión alguna mientras abría y cerraba la mano.

-¡llegaron los aperitivos!

Jacke observó a una persona entrar a su gabinete donde estaba sentado, había en medio una pequeña mesa y dos grandes asientos que parecían dos grandes sofás bastantes cómodos para pasar días enteros en ellos, a la derecha estaban dos grandes ventanas que daban vista al camino y por arriba de ellas cortinas para cubrirlas y a su izquierda estaba la puerta corrediza donde podían entrar o salir los pasajeros, arriba de los asientos estaban unas canastillas bastantes amplías para guardar el equipaje de los pasajeros.

-veo que trajiste toda la cafetería del tren- dejando salir una pequeña sonrisa.

-la mitad es de la cafetería- colocando una bandeja que llevaba en las manos llena de cualquier tipo de panecillo, pastelillos u otra golosina de repostería.

-¿de donde sacaste todo esto Revi? 

Revi era una mujer alta pero comparada con Jacob era de estatura baja ya que le llegaba hasta la barbilla, cuerpo atlético y con busto algo pronunciado, pelirroja, sarcástica y desinteresada en los temas que no eran de sus gustos. Siempre traía una cola de caballo y dos grandes mechones de cabello en cada lado del rostro, siempre con un cigarrillo escondido para fumarlo en alguna ocasión que lo amerita. Vestía una chaqueta de piel bastante abrigádor y de color cafe con peluche de lana en el interior, un suéter de cuello de tortuga debajo de la chaqueta color negro, una falda con fruncido de color rojo y rallas negras que le llegaba hasta medio muslo, medias color negro y traía unas botas refill  con cordones y con suela bastante gruesa del mismo color que su chaqueta. La nariz pequeña y redonda, ojos color café oscuros y la forma de la cara igual de redonda con orejas pequeñas que se ocultaban por detrás de los mechones de cabello.
La mujer tomo asiento y comenzó a repartir las golosinas por toda la mesa.

-esto lo compre en la última parada que hicimos en aquel pueblito y esta parte de aquí- señalo con su dedo un par de panecillos de dulce. Estos los compre en la parada antes de la ultima parada, en la pequeña ciudad de Ashcuash.

-¿vas a gastar toda tú paga en comprar panecillos y golosinas?- respondió Jacob con una mirada hilarante.

-no, claro que no. De echo fue muy poco lo que gaste- tomó un panecillo de vainilla y se lo llevo a la boca. Aparte es un viaje de más de ocho horas hasta el Capitolio y creo que es mejor pasar todo ese tiempo disfrutando de la repostería de otras comunidades que no conozco- hablo con la boca llena. Además esté ferrocarril hará dos paradas, las cuales ya hicimos, hasta llegar a nuestro destino. Así que... - volvió a dar otro bocado al panecillo. Come y cállate, deberías agradecerme que no te estoy cobrando por comer todo esto.

CANCIÓN DE VIENTO: Éxodo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora