-Hija – movieron mi brazo -¡DESPIERTA, ____________!
-¿Qué sucede? – me senté en mi cama
-Termina de empacar, en la madrugada nos vamos
-Ok
-__________, si quieres puedes quedarte a tu baile y así...
-¡No! Yo me quiero ir con ustedes, en ese baile no tengo nada que hacer
-Como quieras – salió de mi habitación
Entré al baño y me duché, salí a mi habitación, me vestí y seguí empacando. Al terminar con todo salí a dar una vuelta por última vez, entré a una heladería, compré un helado de Chocolate y Vainilla, el sabor favorito de Nash. Me senté en una mesa apartada de todos los demás para luego ver a Andrea y Nash entrando a la heladería, me levanté y empecé a caminar hacia la salida pero un fuerte brazo me detuvo
-¿Por qué no te despediste de mi? ¿Por qué de Taylor si? ¿Por qué no quieres hablarme? – preguntó Nash
-Me has roto el corazón – susurré entre lágrimas. Malditas lágrimas ¿Cuando se acabarán?
-Tú me lo has roto a mí, yo fui el que se humilló, yo fui el rechazado, yo soy el que debería estar mal
-Me llamaste puta, solo por no aceptar ser tu novia ¿Crees que ese no es suficiente motivo para estar ofendida?
-Sí, pero yo quería disculparme – miró el suelo –Y entiendo que odies que te llamen puta pero no es una excusa suficiente para que dejes de hablarme. Además, estoy arrepentido de haberlo dicho
-Una disculpa no siempre es suficiente y si, tienes razón, que me hayas llamado puta no es lo que más me duele, lo que más me duele es que te burles de mi, sobre todo con la maldita de Andrea. Entiende Nash, has jodido mis sentimientos muchas veces en muy poco tiempo, y ya eso no me volverá a ocurrir. Adiós –salí de ahí lo más rápido posible
Al llegar a mi casa me coloqué mi pijama y encendí la TV
-¿Estás bien? – preguntó mi padre entrando a mi habitación
-Sí
