Fiesta de cumpleaños

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La noche había estado tranquila. Hacía tanto que no se sentía una paz así en la casa. Un agradable aroma a lavanda adornaba el ambiente.
La pareja dormía sin preocupaciones, cada quien por su lado. Las respiraciones rítmicas y suaves creaban una pequeña sinfonía de relajación.
El llanto rompió el silencio que había acunado la casa durante horas.
La chica se movió para tapar su cabeza con la almohada
-Era demasiado bueno para ser verdad - murmuró medio dormida. Sin embargo no se movió de su lugar. El hombre que dormía a su lado comenzó a moverse. - Dale un minuto, seguro se calma. - dijo por lo bajo, volviendo a dormir.
El rubio obedeció recostándose boca arriba para permanecer alerta. Pero no cesaba el llanto.

-(T/N)... - la llamó suavemente.
-Dos minutos... - la chica seguía medio dormida.

Una mano pesada pero con delicadeza se posó en su espalda.

-Iré yo, no te levantes - le dijo al oído mientras le daba un beso en la mejilla. La chica asintió.

El chico se puso de pie y salió de la cama, le pesaba hasta el alma, pero no podía simplemente volver a dormir. Entró a la habitación de al lado con cuidado, encendió la pequeña lamparita en forma de conejo que tío Mikey había regalado.

-¡Hola, corazón! - saludó susurrando - ¿Qué le pasó a chiquinina? - se acercó a la cuna donde la bebé, quién segundos antes lloraba a gritos, se calmó al ver a su padre. Sonrió. - ¿Estás emocionada por mañana? - preguntó cargándola, apagó la lamparita y se sentó en la mecedora para arrullarla. Con el cuarto completamente a oscuras sería más fácil que la niña volviera a dormir.

-Tienes que dormir, bebé. Mamá y yo estamos agotados. - le dijo dulcemente mientras se mecía. La bebé se acomodó en los brazos de su papá y comenzó a bostezar. - Un, dos, tres... Dormir.

Él estaba tan cansado que no se dio cuenta en que momento se quedó dormido con la niña en brazos, aún meciéndose. 

Ella despertó cuando se dio cuenta que Draken no había regresado a la habitación. Se puso de pie con todo el pesar de su cuerpo y se dirigió al cuarto de su hija. Abrió la puerta despacio y encendió la lamparita, no esperaba ver a su novio durmiendo con la niña en brazos. La escena la enterneció, se quedó sólo observando. Pensando en qué momento la vida había cambiado tanto para los dos y ahora tenían una pequeña parte de ambos durmiendo en una cuna. Nunca hubiera imaginado la vida que llevaba ahora, pero no la cambiaría por nada porque era mejor de lo que hubiera imaginado.
La niña los tenía completamente locos de amor a los dos.
Observó a ambos completamente dormidos. Privados del mundo exterior y sintió pena de tener que despertar a su novio.

-Kenchin... - lo llamó susurrando. - Kenny...

-¿Mmm? - contestó él sin abrir los ojos.

-La bebé tiene que dormir en su cuna. - le recordó con dulzura.

-Eso vine a hacer... - le dijo aún medio dormido.

-Ken, estás con la niña en brazos... - le dijo la chica riendo bajito.

El chico abrió los ojos y vio que seguía cargando a su hija, volteó a ver a su mujer y sonrió apenado.

-Me quedé dormido junto con ella. - le dijo en susurro. Se puso de pie para acostar a la bebé en su cuna. La niña se quejó un poco al dejar de sentir el calor del cuerpo de su papá, pero no lo suficiente como para volver a abrir los ojos. Ambos sujetaron el barandal de la cuna y la observaron.

-Siempre me pareció ridículo saber que los papás veían a sus hijos dormir y se embobaban pensando que era lo más bello del mundo y míranos. - bromeó (T/N)

-Nunca pensé que podía querer a alguien de la forma que la quiero a ella. - confesó Draken mirando a su chica. Ella le sonrió.

-Volvamos al cuarto, no quiero que se despierte, aún podemos dormir unas cuantas horas más - le dijo ella tomando al hombre del brazo, ambos salieron, él cerró la puerta a sus espaldas con muchísimo cuidado.

Una vez instalados de nuevo en su habitación sonrieron y se abrazaron.

-Eres el mejor papá del mundo. - le dijo ella dándole un beso en la mejilla.

-Nos volvimos un par de cursis, somos eso que juramos que no seríamos. - dijo él riendo.

-Supongo que el "hasta que no seas papá, entenderás" es cierto. - contestó ella con una sonrisa.

-Deberíamos dormir un poco, mañana será un día pesado y la patrona se despierta muy temprano. - Dijo Draken dándole un pequeño beso a su chica.

A la mañana siguiente el aroma a café y pancakes despertó a (T/N). Se apresuró a bajar a la cocina y encontró a su novio haciendo el desayuno mientras la bebé jugaba en su sillita.

-Buenos días - saludó alegremente.

-Buenos días, mamá. - contestó Draken.

-¿Cómo durmió chiquinina? - preguntó ella dirigiéndose a su hija. - Huele delicioso, me despertó el aroma.

-Ten, come. - Draken le sirvió el desayuno y le dio un beso. - Iré a arreglarme rápido para cuando acabe puedas hacerlo tú.

La vida se había convertido en un trabajo en equipo, se turnaban para atender a la niña y atenderse ellos. La organización de Draken era increíble, por algo había sido el segundo al mando de la ToMan.

Un par de horas después Draken tomó a la bebé y la puso en su asiento del coche. (T/N) se sentó con la niña y el chico le guiñaba el ojo por el retrovisor. Después de todo, estaban muy enamorados el uno del otro.

Acababan de llegar a la casa de Hina y Takemichi, la entrada estaba decorada con globos, estaban celebrando el primer año de vida de la pequeña Mai.

La pareja entró con la bebé en brazos y fueron bien recibidos por los que ya estaban ahí, Hinata se alegró mucho de ver a su amiga y se emocionó al ver a la bebé, la pequeña Mai llegó corriendo y su padre corría detrás de ella. Draken no pudo evitar reirse.

-No te burles, ya te veré en unos años-le dijo su amigo.

-¡Dame a mi ahijada! - gritó Mikey quién comía uno de los algodones de azúcar de la mesa de postres que tenían para la cumpleañera. El rubio se apresuró a tomar a la bebé en brazos y jugar un poco con ella.

Los chicos Baji, Angry, Smiley, Mitsuya, Chifuyu convivían y jugaban con sus sobrinas de cariño. Mai y Kaida eran las más consentidas.

Las risas, los gritos de bebés y las pláticas de "cómo le hicieron para que la niña..." fueron la melodía de la tarde,  Draken miraba orgulloso a su familia, no sólo a su mujer y su hija, si no a sus amigos también. Tantos años juntos, todos eran como hermanos, su niña era la más afortunada por tener a esos tíos de cariño. 

Ya más entrada la noche, con las niñas dormidas, los adultos recordaban las anécdotas de siempre, sus peleas, la forma en la que eran cuando estaban más pequeños. Todo había hecho que llegaran a coincidir ahí. 

La pareja se despidió casi al último, con la promesa de recibirlos en su casa el próximo fin de semana, los chicos estaban ansiosos por ir a cenar allá, llevaron a la niña dormida hasta su cuna. 

-No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo -dijo (T/N) mientras se desmaquillaba, Draken la observaba desde la orilla de la cama- Mai está enorme. ¿Así de rápido crecerá Kai? No quiero. 

Draken sonrió con ternura. Se puso de pie y abrazó a su mujer por la espalda. Le dio un pequeño beso y apoyó la barbilla sobre su cabeza. 

-Kai crecerá a su ritmo, no podemos evitarlo. -le dijo con dulzura. 

-Pero... -dijo la chica en un puchero.

-Tranquila, aún le queda mucho por explorar. -le aseguró con una sonrisa. 

-¿Te imaginaste que sería así? -preguntó ella mirándolo de frente.

-¿Qué cosa?- contestó él. 

-Ser papás. -le dijo sonriendo.

-No, no imaginaba cómo era. -admitió él.- pero estoy feliz de que sea a tu lado. 

Ella sonrió y él la llevó a la cama de la mano. 

Ken Ryuguji aka Draken *ONE SHOTS* - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora