Capítulo 17

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A esa altura, sentir aromas extraños en el ambiente no era nada raro. Pero esa vez, cuando sintió un aroma floral y vio a una figura blanca acercándose, no se asustó. Sabía que era uno de esos sueños lúcidos que no solía tener, al fin lograba identificar la barrera entre la ficción y la realidad. Se levantó de la cama para recibir a Arthur. Lo emocionaba verlo totalmente blanco, seguramente de esa purificación de la que había hablado el sacerdote.

Para resumir, lo que había pasado después de el exorcismo fue una paz y tranquilidad tremendas. Durmió toda la mañana y parte de la tarde, recuperando el descanso que le había faltado esas semanas. Su sueño fue interrumpido por las llamadas de Mathias y Lukas, a quienes tuvo que explicar el episodio anterior con el sacerdote. Ni Arthur ni Vlad se habían hecho presentes por el resto del día hasta aquella noche.

Dimitri llegó a donde estaba el espíritu. Arthur lo tomó por los hombros y le regaló una sonrisa. Le llegaron recuerdos de su niñez, cuando Arthur le hacía compañía las noches de soledad. Para ayudarlo a dormir, le tomaba la mano y le acariciaba la cabeza. Ahora podía darse cuenta de que ambos se querían mucho.

—Gracias por haberme liberado. —Dimitri posó sus manos sobre las de Arthur, dándole un apretón suave—. Perdón por haberte hecho pasar todas estas cosas...

—Bueno... —Dimitri se encogió de hombros—. En algún momento la sombra se iba a despertar y sin tu ayuda, y también la de Vlad, hubiera sido imposible enfrentarlo por mi cuenta. Creo que yo te tengo que agradecer. ¿Y ahora te vas a ir?

—Sí... podrás ver que mi rencor era la sombra en sí, y por eso la parte negra de mi cuerpo se esfumó. Así que quería despedirme.

—Está bien. Merecés un descanso.

Arthur retiró las manos de sus hombros y le dio un abrazo. Se separó con un poco de pesar, palmeó su espalda cariñosamente y salió por la puerta de la pieza. En el camino, fue desvaneciéndose. Para cuando llegó al pasillo, ya había dejado el plano terrenal.

Tiempo después fue Vlad quien se apareció por su pieza. Sintió que estaba con él porque una mano le acariciaba el pelo con delicadeza. Sabía que seguía dormido, pero su alma parecía flotar sobre el colchón nuevamente. Se sentó en la cama, encontrándose a Vlad en la cabecera observándolo con admiración. Esta vez parecía un humano como cualquier otro, no una figura fantasmal que irradiaba luz. Dimitri tomó sus manos; Vlad no se asustó, sino que formó una de sus hermosas sonrisas con sus labios. Los sentimientos de su vida pasada perduraban en su cuerpo y mente actuales; le nacían ganas de besarlo súbitamente.

Qué extraña historia de amor. Se había enamorado de un fantasma.

—Bueno, creo que Arthur ya te lo dijo, pero yo también te agradezco. —Vlad bajó la mirada a sus manos—. En realidad fue mi culpa que la sombra volviera a hacer su aparición... Llegué a tu casa hace unos meses, parece ser que esa intrusión molestó a la sombra. Así que también te pido perdón.

—No pasa nada. —Dimitri sonrió levemente—. Esto también es una despedida, ¿no?

Vlad subió la cabeza con una sonrisa triste. Ahora que ya había logrado recordar su vida pasada, no tenía nada que lo atara a la tierra más que Dimitri, y si quería encontrárselo en otra vida tenía que volver al cielo.

—Vas a tener que esperarme unos años. —Dimitri rio por unos segundos—. Pero te aseguro que nos vamos a volver a ver.

No había dudas de que iban a reencontrarse. Su vínculo era tan fuerte que seguían unidos aunque Dimitri fuera un humano y Vlad un espíritu.

—Agradeceles también a tus amigos por mí. Ellos van a tener que cuidarte en mi lugar.

Dimitri asintió con la cabeza. No resistió el impulso de acortar la distancia entre ellos y abrazarlo con fuerza. No quería soltarlo, pero sabía que Vlad tenía que despedirse de él porque su lugar de pertenencia, por el momento, no era la tierra y tampoco era a su lado. Vlad suspiró en su oído, provocándole un escalofrío. Sus manos se aferraron a su espalda.

—Te voy a esperar.

Dimitri se despertó en ese momento. Observó que ya era de día; se había pasado toda la noche soñando. El perfume característico de Vlad se esfumó en el aire en unos segundos, indicándole que para ese momento ya se había ido. Todavía no podía creer la extraordinaria unión entre ellos. Se sentía triste, pero no lloró. Es más, dibujó una sonrisa porque sabía que, en el cielo, Vlad estaba mejor.

Tenía la certeza de que iban a volver a encontrarse.

Cómo ser amigo de un espíritu (y cómo expulsarlos de tu hogar) (Bulrom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora