Orden Imperial

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Lucifer estaba sinceramente preocupado, bajo esa fachada de mera indiferencia realmente se preguntaba si lo que estaba a punto de hacer estaba bien. A qué precio haría que su hija se diera cuenta de su ingenuidad, el ms que nadie sabía de las verdaderas intenciones de Dios.

Claramente el no aceptaría redimidos del infierno.

Era un ser narcisista y rencoroso. Amaba, eso era obvio, pero una vez pasabas las puertas del infierno no había retorno.

Pero su ingenua hija no podía ver esto, ella pensó que Dios realmente les daría una oportunidad, pero para el los que cometieron pecados permanecerían en llamas hasta la llegada del juicio final.

¿Que no era justo para los demonios nacidos aquí?

Estos eran seres que no nacieron bajo el plano y por obra de él. Claro que sabia de su existencia, pero al no ser hijos que nacieron en sus dominios, eran inmundicia, sangre sucia.

Charlotte como todo, era la pequeña excepción. Era hija de no solo una, si no dos de sus creaciones, independientemente de que ahora fueran seres oscuros y no de luz.

El punto era que su manzanita tenia que darse cuenta de que sencillamente su idea no era posible, era inalcanzable.

Pero al parecer a las malas tendría que hacerla darse cuenta de ello.

Mientras Lucifer se sumergía en lo profundo de sus pensamientos Lilith lo observaba absorta. A pesar de los años aún seguía fascinada por el mismo. Su belleza era adorable, pero ella más que nadie sabía cuan seductor podía ser.

Miro el frente de la sala, esperando la entrada de su hija en su trono.

Dado que lo que estaban a punto de hablar con ella era algo referente a la familia imperial, esto debía acatarse de la antigua manera.

Odiaba las formalidades, pero su esposo consideraba que esto le haría centrar cabeza en el asunto a su pequeña Charlie.

Las puertas se abrieron de par en par y Lucifer quien hace unos momentos estaba apoyando sus codos en sus rodillas ergio su postura.

— Anuncio la llegada de su hija Charlotte Ariael Magne, majestades — anuncio con voz alta y estruendosa el demonio menor.

Uno de los tantos sirvientes sombra de Lucifer.

— Es un placer saludar a las lunas de imperio — Charlie con la elegancia con la que fue criada hizo una perfecta reverencia, para luego levantarse y cuadrar sus hombros — Se me ha informado que era precisa mi presencia en esta reunión, padre y madre. Sin embargo, no se me ha explicado el porqué de la misma.

El corazón de Charlie iba a mil por hora, esperaba sinceramente que no fuera nada malo pero sus instintos le gritaban que saliera de la sala apenas entro. Nunca había visto tal seriedad en la cara de su padre, esa típica sonrisa suya nunca declinaba, en eso se parecía mucho a Alastor. Era escalofriante verla, pero aún más aterrador la falta de esta.

Sabia que nada bueno estaba por acontecer, y al observar la cara y facciones de su madre estaba seguro de ello.

— Devolvemos los saludos princesa imperial — susurro Lucifer, con solo está oración las facciones de la rubia decayeron, no le gusto para nada el recalco de su titulo — El motivo de su llamado es debido a que como Rey he tomado una importante decisión que afectará su diario vivir.

El sudor frio se deslizaba por su espalda.

— Cariño — Lucifer reprocho con la mirada a Lilith — Princesa, iremos directo al grano. Se requiere que cumpla con sus deberes imperiales lo más pronto posible.

— Como bien sabrás uno de estos mandatos son encontrar tu pareja, no puedes ascender al trono sin ella. El rechazo o negación de tal orden, será respondida con arrebatarte todo lo que obtuviste bajo tu nombre. Esto incluye cualquier herencia o regalo que se te haya dado bajo el mismo.

Ahí Charlie lo supo, el que le quitaran cualquier regalo no solo incluía su herencia, si no todo, el hotel, su hogar, absolutamente todo. Esto le cayo como un balde de agua fría.

— Y-yo...no, tu no...¿Me obligaras a casarme con él? — estaba a punto de empezar a hiperventilar — No puedes hacerme esto, sabes que lo odio, prometiste que no me obligarías. ¡Lo juraste!

El fuerte golpe del cetro de su padre hizo eco. La sala pareció oscurecerse.

— Por supuesto que no te obligare Charlotte, lo prometí tal y como dijiste. Pero que hayas rompido tu compromiso con Von Eldritch no quiere decir que quedaras desatendiendo tus deberes. Es hora de que centres la cabeza y dejes tus ridiculeces, este no es un mundo de arcoíris y cachorros Charlotte Magne. Este es el infierno.

Charlie estaba a punto de objetar, pero fue interrumpida por la voz de su madre.

— Charlotte. Aún seguimos en la sala imperial, no olvides tus modales — reprendió, su madre más que su padre odiaba las faltas de respeto y de la etiqueta — Tal y como Lucifer y yo prometimos, no te obligaremos a casarte con tu ex prometido. Sin embargo, tenemos que recalcar si de aquí a dos meses no aceptas la propuesta de un demonio digno el cual aceptemos, ya sea overlord o no, buscaremos a alguien que sea de nuestro agrado. Terminada esta conversación es tiempo de que te retires y pienses muy bien sobre quien estará a tu lado en el futuro.

— Y princesa, no lo olvides. Tiene que ser alguien que asegure la descendencia de la familia Magne— termino Lucifer.

En contra de la voluntad de Charlie sus pies se dirigieron a la entrada. Esto debía ser obra de su padre, él nunca había usado sus poderes en ella.

Esto la hizo ahogarse en su realidad.

Tenía que terminar con Vaggie y tenía que buscar un marido.

Casi se sintió morir.

Deadly smiles [CharliexAlastor] (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora