Four

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Jungkook

Después de un mes de colarme en los barcos de pesca hacia el continente, robando comida, y colándome en los trenes de carga que cruzaban el país, llegué a la ciudad de Nueva York.
No estaba preparado para lo que me esperaba: las luces brillantes, una bulliciosa ciudad llena de una marea de gente en constante movimiento, todo lo contrario a lo que siempre había conocido. Y aunque parezca raro, todo se sentía cómodo y familiar. El olor de humo espeso, los vapores de tabaco y licor y los sonidos de los autos rápidos con sus bocinas pitando a todo volumen.

Tropezando en un callejón trasero en el límite de Brooklyn, un agudo dolor se disparó en mi cabeza. Apreté con fuerza ambas sienes. Imágenes incoherentes aparecieron en mi cabeza. Un corro de niños jugando, un pequeño grupo de hombres mayores besando a tres chicos en la cabeza, sonriendo orgullosamente, mientras eran presentados a una gran reunión de personas. Mi cabeza se sentía como si fuera a explotar y esa sensación de ira contenida recorriéndome las venas me envolvió, mientras los recuerdos trataron de abrirse paso. Desde hacía un mes no había tenido ninguna dosis, nada de las drogas que los guardias bombeaban a diario para mantenerme grande, fuerte, enojado. Y más y más imagines desconocidas estaban llenando mi cabeza.

Las visiones se disolvieron tan pronto como llegaron y me encontré acurrucado contra una pared húmeda y dura, con el sudor empapando mi piel. A continuación, el entumecimiento que había sentido toda mi vida peleando se acomodó de vuelta en su lugar.

Repasé el nombre y dirección en mi mente. En cuestión de segundos, estaba trotando por las calles desconocidas, de alguna manera sabiendo exactamente a dónde ir. Mis pies me estaban llevando a una zona con grandes casas de piedra, autos caros y gente bien vestida.

Al entrar en una calle en particular, una sensación de emoción fluyó por mi cuerpo. Rápidamente, busqué los números de las casas... hasta que me encontré fuera de un bloque de apartamentos de lujo. De alguna manera estaba seguro que era la dirección que quería.

Los guardias de seguridad caminaban de una forma amenazante frente a la entrada de paredes de vidrio. Me escabullí de nuevo en la boca de un callejón cercano, mezclándome con las sombras, y los ojos fijos en la puerta.

Esperé durante horas, horas gastadas merodeando alrededor del edificio, buscando una forma de entrar. Pero era impenetrable, demasiado protegido. Luego, cuando amaneció, un gran hombre de pelo oscuro con el pelo rapado, viéndose como si estuviera en sus veintitantos años, salió del edificio, pavoneando su figura corpulenta con si fuera el dueño del puto mundo. Cada pelo en la parte de atrás de mi cuello se estremeció, seguido por la rabia encendiéndose en mi estómago.

Sólo hizo falta una mirada para saber que estaba viendo a Kim Taehyung, el puto cabrón que iba a matar. Todo en él; desde su rostro, eslavo y la cabeza afeitada, hasta su cuerpo corpulento gritaban riqueza y arrogancia. Detesté al hijo de puta al verlo. Disfrutaría con esta matanza. Prolongaría el dolor del hijo de puta.

Unos segundos más tarde, un gran auto negro se detuvo frente al edificio. El cretino, entró en el lado del conductor y se fue por la calle. Como un rayo, empecé a correr, pegado a la orilla todavía a oscuras del camino. Traté de mantener el ritmo con el auto, pero sabía que ni siquiera a mi ritmo más rápido podría seguirlo.Dos manzanas más abajo, el auto quedó atrapado en el tráfico pesado. Cruzando la calle concurrida, las bocinas me pitaron, pero tenía un único propósito en mente. Enfrentar a este pendejo a solas, en alguna parte.

El auto giró a la derecha y lo seguí durante tres cuadras a un estacionamiento desierto. Un estacionamiento desierto al lado de un gran almacén. Un almacén del que se estacionó enfrente y, lentamente, salió del auto.

Amor de invierno -JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora