Engaño

5 0 0
                                    

Parpadeo varias veces tratando de entender o descifrar por que el hermano de Mike esta parado en la puerta, abrigado pero temblando de frio.

-Puedo pasar?- Pregunta

-Tal vez morir congelado sea mejor que morir a manos mías Dalick, son la una de la mañana, me despertaste!

-Kathe solo quería darte esto- Su mano temblorosa extiende el libro por el cual tuvimos nuestro encuentro raro y el cual quería prestarme y olvidé por salir enojada de su cuarto-  Solo discúlpame por lo de hoy

Recibo el libro con mala cara sin prestar mucha atención en el, pero cuando el pelinegro me da una sonrisa amable y se da vuelta para irse, empieza a pegarse en mi corazón algo de culpa y verlo congelarse de frio solo para disculparse de algo que ni siquiera fue tan grave derrite un poco la frialdad que he aprendido a anteponer antes cualquier situación.

-Dalick- Digo suavemente casi para mi misma por que de otra manera no puedo, se me hace imposible decir lo que estoy a punto de decir

-Pídemelo Kathe- Se devuelve de inmediato por que a pesar de mi bajo tono alcanzó a escuchar mi llamado

Abro y cierro la boca varias veces pensando si pedirle enserio que se quede, darle a entender que de la misma manera en la que el me recibió en su casa es recibido en la mía, pero las palabras se atoran en mi boca y no logran salir, a veces es tan agobiante eso, no poder expresarme aunque quiera, que mi propia mente me juegue en contra no me gusta en especial por que siempre gana.

-Gracias

La desilusión en su rostro es casi inmediata pero la oculta rápidamente con una sonrisa sin gracia y un asentimiento de cabeza antes de darse vuelta, caminar por la calle y desaparecer de mi campo de visión, cierro la puerta y me apoyo en ella pegándome varias veces suavemente en la cabeza.

-Que imbécil soy- Mascullo antes de que enojada conmigo misma vuelva a mi cuarto.

Me acuesto en la cama, pongo la alarma e intento dormir, sin embargo se me complica por que cuando cierro los ojos ese tono oscuro de los ojos de Dalick llega a mi mente, hay algo en él que me resulta tan extraño pero atrayente.

Sangre, moscos, váyanse, no me gustan los moscos, son muchos, demasiados.

Volteo mi rostro para ver que atrae a tantos bichos espeluznantes, para descubrir que están rodeando algo, están rodeando cuerpos de lo que parecen personas muertas, oh no, por favor no, no es real, no es real, no es real...

Me despierto abruptamente, ya sin ánimos por que ya se volvió una costumbre estos despertares tan feos,  alisto todo para bañarme el sudor que me provoca esas horribles pesadillas. 

Maquillándome veo de reojo el mueble donde está el libro del pelinegro, algo me dice que lo revise y al darle una ojeada rápida me paralizo cuando encuentro un papel que en mi vida pensé ver por fuera de la televisión, es un cheque, un gran cheque con muchos ceros, pero mi estado de shock no me vuelve ciega y veo la nota que venía junto a esta sorpresa.

¨ Lamento si mi forma de actuar no fue la mas correcta, pero se que de otra manera jamás hubieras aceptado el dinero y mucho menos mi ayuda, no te preocupes por los servicios que debes ya pagué eso, este cheque es para que compres todos los libros que quieras, tal vez así dejes de ser una ladrona de libros...

Con cariño, Dalick¨

De inmediato mi primer instinto es devolverle el dinero, no puedo permitir esto, no jamás, no soy una interesada, y nadie en su sano juicioso le daría tanto dinero a alguien que acaba de conocer de seguro el está mal de la cabeza.

Siempre junto a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora