Capítulo 11: Lazos de familia

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Había una taza de café humeante sobre la mesa, en el sofá cercano el que la preparó permanecía recostado mientras leía un libro. El aire circulaba por la habitación gracias a la ventana abierta y traía consigo el aroma de las flores de cerezos de los múltiples árboles del patio.

De repente toda esa tranquilidad fue ofuscada por el sonido de la puerta abriéndose de golpe, el que la abrió entró al departamento con total confianza, a pesar de que no era su casa, cerró la puerta y permaneció en ese lugar observando en silencio. El silencio se prolongó, ninguno de los dos dijo algo.

_ ¿Vas a estar mucho tiempo ahí sin moverte? _ Finalmente Kakashi se había rendido, cuando notó que Obito había entrado había querido gastarle una broma fingiendo ignorarlo, obviamente fracasó. Ni siquiera había levantado la vista de su libro, pero ya no podía leer nada, así que sólo fingía interés para ver si así conseguía meterse bajo su piel aunque sea la mitad de lo que lograba Obito con él.

Lo próximo que notó fue como su libro fue tomado de sus manos, con una sonrisa contenida levantó la vista listo para decirle algo que lo abochornara por su actitud, sin embargo sus palabras murieron en su garganta cuando Obito dejó de lado su morral, y tras sacarse el chaleco táctico con la agilidad propia de alguien que lleva años haciendo eso, se subió a su regazo sentándose cómodamente sobre sus muslos ahora tensos. Sin querer, probablemente, el moreno le había hecho ver ese simple acto ordinario de quitarse el chaleco como algo erótico que competía sin problemas con los relatos plasmados en el libro que había estado leyendo.

_ No me saludaste_ le reclamó el moreno, hablando finalmente mientras acomodaba sus brazos sobre los hombros del albino _ y eso que vine tan rápido porque te extrañaba.

Algo en su interior se removió tras oír esas palabras, casi sin aliento llevó las manos hasta la delgada pero sólida cintura del que yacía cómodamente sobre él.

_ También te extrañé _lo aceptaba, era un desastre en ignorarlo, había perdido esa apuesta consigo mismo desde el momento en el que Obito entró por la puerta.

Su recompensa fue una gran sonrisa, creyó que recibiría un beso también, pero Obito se sonrojó por alguna razón y prosiguió reacomodarse sobre su regazo, acercándose a áreas peligrosas en el proceso. Las manos que estaban en su cintura se tensaron y el apretón fue un indicativo de que no se moviera mucho.

Obito se lamió los labios de manera distraída mientras observaba el rostro de Kakashi de cerca, pero rápidamente se aclaró la garganta y volvió a sonreír de manera casi tierna.

_ ¿Sabes dónde estaba?

_ En lo de Rin, supongo. Tus clases debieron terminar hace unas horas.

_ Así es, ¿y sabes por qué estoy tan feliz?

Kakashi inclinó su cabeza levemente observándolo con gran intensidad, era cierto, estaba obviamente más feliz que de costumbre.

_ No lo sé, pero puedes decírmelo _ instó sonriendo mientras sus brazos se relajaban y atraían al moreno en un lánguido abrazo.

_ Rin te mandó esto _ se inclinó hacia el chaleco que había depositado a un costado para tomar algo, acción que hizo que sus muslos rozaran sin intención algunas partes sensibles de su pareja, que con un silbido miró al techo tratando de mantener el control. Obito era muy descuidado a veces, obviamente aún subestimaba el efecto que causaba en su cuerpo.

Cuando finalmente regresó a su posición le entregó una tarjeta, era simple, de color blanco con letras en un negro sobrio, pero habían pequeñas flores que decoraban el borde e indicaban que era sencillo, pero muy delicado. La invitación a su boda.

Pasos insegurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora