𝕻rólogo

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Era consciente de que su estado era deplorable, presentarse así frente al emperador, tan sucio y desgastado podría verse como un insulto, pero no podía esperar ni un segundo más. No sólo era porque la llave que había conseguido tras una ardua pelea estuviera derramando valiosas gotas de sangre de titán, sino porque tenía que ser el primero en mostrarle resultados antes de que Kikimora llegara, quizás con más suerte y sangre de titán.

Así que tras una caminata apurada pero cuidadosa de no estropear más la llave se abrió paso a través del pueblo de forma que no llamara la atención, y consiguió pasar al interior del castillo. No dudó dos veces en ordenar a los guardias que lo dejaran pasar a la habitación en la que el emperador se encontraba por un asunto confidencial de extrema importancia, encontrándoselo a los segundos frente a una mesa desgastada con varios materiales que parecían ser para una poción de un libro abierto también sobre la mesa.

—En verdad lamento interrumpir, pero esto es muy importante. Es una larga historia, pero la versión corta es...

—¿Eso en tu ropa es sangre de titán?—Belos, tras girarse con una lentitud que parecía era para controlarse le dio una mirada y se percató de la llave enseguida. Su mirada dejaba claro que entendía la situación—Dámela y cámbiate, necesitaré la sangre que queda en esa ropa también.

Había esperado que su tío le dejara contar la odisea por la que pasó para conseguir esa llave y cómo logró superar a sus enemigos con astucia a pesar de que el plan fuera fallido en primer lugar por la falta de sangre de titán como se había pensado, ansiaba recibir una gran felicitación aunque también tenía en cuenta que la llave estaba un poco maltratada... pero la firmeza con la que Belos le insistió en que se fuera a cambiar hizo que no se lo pensara más, salió corriendo de ahí para seguir sus órdenes.

Al parecer le había ganado a Kikimora, por eso ya podía considerarse ganador en un buen porcentaje. Se cambió con extremo cuidado para que la sangre azul en el uniforme no se perdiera ni disipara demasiado, y con el mismo cuidado envolvió las prendas para llevarlas a la misma habitación donde el emperador seguía, ahora con la llave en una mano y un frasco en la otra, donde la sangre caía.

—Espero que esto sea suficiente, lamento no haber podido traer más...—dejó la ropa en la mesa e hizo una reverencia, no quería que su tío se pusiera de mal humor por su mediocridad—Tuve que pelear por esa llave, con...

Algo le hizo pensar que lo mejor era guardarse algo de información. La chica Blight lo había humillado con esa pelea, pero antes de eso también buscó ayudarle. Todavía recordaba sus palabras, su intento de amabilidad, así que al no delatarla supuso que estarían a mano.

A Belos no pareció importarle que se hubiera quedado callado a mitad de la oración, seguía bastante ocupado en esa mesa. Trató de asomar la cabeza para vislumbrar una pista de lo que estuviera haciendo en ese libro, pero entonces Belos volvió a encararlo y, para su suerte, fue con una sonrisa satisfecha que le devolvió el aliento.

—Bien hecho, Hunter, gracias a ti estamos un día más cerca del día de la Unificación.—caminó hacia un estante, donde dejó el frasco con la sangre de titán—Sólo falta conseguir un material más para que mi plan se lleve a cabo, además de conseguir que todas las brujas se unan a los aquelarres para el final del solsticio. Lo único que me perturba es que recuerdo bien no haberte ordenado que fueras a esa misión, sino a Kikimora.

Bajó la guardia demasiado rápido, con esa última frase se tensó.

—Lo sé, pero... como Guardia Dorado pensé que debía demostrar que sería capaz de hacer una misión tan importante yo solo.

𝕿𝐡𝐞 𝖔𝐫𝐭𝐞𝐭 𝖆𝐝𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐞𝐬. | TOHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora