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 𝗩olver a la mansión Blight fue, en vez de una preocupación, un pequeño alivio. Estar ahí le ayudaría, podría engañar a los hermanos y perderse en el bosque sin temer que los adultos se involucren y le dificulten las cosas. Sólo debía esperar el momento perfecto para su escape, tan alerta como se debía estar en el territorio enemigo.

—Supongo que tendré que advertirte de que no busques a mis padres por ayuda, ellos seguirán estando de nuestro lado.—le aseguró Amity con firmeza mientras subían al segundo piso de la mansión, aun así pudo sentir algo en ella que no hacía muy creíbles sus palabras—Lo mejor es que queden fuera de esto.

—Como sea.—murmuró, pensaba igual aunque por motivos diferentes. Llegaron a la habitación antes de que pudieran decir algo más, Amity tocó la puerta y abrió tras unos pocos segundos.

Los mellizos Blight estaban en una habitación que por su decoración parecía ser de Emira, y ella se encontraba recostada en la cama mirando un pergamino flotante con cara de aburrimiento. Edric, por otro lado, estaba sentado en el suelo leyendo lo que parecía un periódico, en cuanto se percató de su presencia se sentó correctamente y se quitó los lentes para dejarlos a un lado en un vago intento de ocultarlos.

—Hola, chicos, ¿no están haciendo nada? Perfecto, necesito que me ayuden a vigilarlo, pero es una tarea seria y muy importante, ¿pueden hacerlo?—a pesar de sus palabras Amity ya lo había empujado dentro de la habitación y se había dirigido de nuevo a la puerta—Por favor eviten que escape y no dejen que padre o madre lo vean.

—Somos los mayores, Manoplas, claro que podemos encargarnos de algo así.—aseguró Emira.

—Sí claro, como la vez que cuidaron a mi ave araña...

Edric hizo una mueca—Sabes que era demasiado horrible, ¿no? Incluso papá agradeció que...—pero dejó de hablar en cuanto Emira lo detuvo con un fuerte carraspeo.

—Muy bien, tú vete tranquila, nosotros nos encargaremos del señor cascarrabias.—ese apodo, sin poder evitarlo, hizo que frunciera más el ceño.

Amity dudó unos segundos, pero acabó por sonreír—Está bien, volveré tan pronto como pueda con Luz para decidir qué hacer. ¡Y no me llamen Manoplas frente al enemigo!

Con ese último reproche y la cara roja se fue.

No pasaron ni siquiera unos segundos antes de que fuera abarrotado por preguntas por los mellizos, quienes se veían tan emocionados como si les acabaran de entregar un juguete.

—¿Te llamas Hunter, no? ¿Cómo te hiciste el líder del aquelarre tan rápido?

—¿Cómo es vivir en el castillo? ¿Es verdad que hay más de mil habitaciones enormes?

—¿Es verdad que puedes manejar todo tipo de magia? ¿Lo aprendiste todo ya?

Se sintió algo intimidado por la cercanía de los hermanos, pero mantuvo una expresión de molestia, creía haber dejado claro que no iba a responder más preguntas de las necesarias.

—Por favor, Hunter, vamos a estar aquí un largo tiempo y sólo queremos saber por curiosidad.—aseguró Emira.

—¿O acaso... tendremos que recurrir a las cosquillas otra vez?—y con esa amenaza de parte de Edric se alejó un poco, a lo que el peliverde soltó una risita—Es broma, ¿tanto las odias?

—¿Cómo no las odiaría si son una tortura?—no terminaba de entender, pero parece que ellos comprendieron algo más.

—No me digas... es la primera vez que alguien te hace cosquillas.—la chica parecía ser la perspicaz del dúo, podía notarlo en sus ojos, tenía aires de liderazgo—¿Cómo es eso posible? ¿No hay otros chicos en el castillo?

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⏰ Última actualización: Sep 11, 2021 ⏰

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𝕿𝐡𝐞 𝖔𝐫𝐭𝐞𝐭 𝖆𝐝𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐞𝐬. | TOHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora