Lovesick

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Ahí estaba de nuevo esa extraña sensación alojada en su pecho, un remolino de emociones y una presión desconocida. La temperatura de su rostro aumentó causando un ligero sonrojo en aquel pálido hombre.

– Buenas, Volkov – dijo Horacio cuando finalmente estuvo cerca del ruso, este último hizo un gesto con su cabeza a modo de saludo.

– Priviet, Horacio – murmuró abrumado por las sensaciones que desbordaba su cuerpo – ¿Cómo estás?

– Bueno... aquí estoy – contestó simple, no dejando pasar el tono carmesí que adornaba las mejillas del más alto – ¿Qué te pasa? ¿Tienes calor?

– E- Eh, digamos que... tengo un ligero malestar – caminó hacia la puerta y la abrió para después salir de la casa – pero no es nada. No te preocupes, Horacio.

– Mhm... yo no te veo muy bien, eh, ¿seguro que no quieres ir al hospital? – Horacio lo acompañó también saliendo del hogar y acercándose al rostro del ruso después de cerrar la puerta.

Un escalofrío recorrió de pies a cabeza a Volkov y su respiración se detuvo de golpe haciéndolo marear levemente, tuvo que parpadear un par de veces y alejarse para calmarse un poco. No sabía por qué ese malestar lo invadía tanto últimamente, pero se estaba volviendo preocupante.

– Venga, te voy a llevar al médico, no me voy a quedar tranquilo contigo andando así – no se molestó en contestarle, sabía que aquello era algo ya decidido. Tal vez un doctor le daría la respuesta a ese extraño sentir.

Después de un corto viaje, llegaron al hospital y Viktor entró solo a la consulta, encontrándose con dos EMS.

– Buenas, agente – le saludaron ambos – ¿Qué lo trae por aquí?

– Priviet... pues eh... realmente no lo sé – comenzó tocándose el pecho con su diestra – estas últimas semanas he estado sintiendo una presión en mi pecho que solo crece con el paso del tiempo, hace rato creo que hasta me iba a dar fiebre.

Su voz denotaba preocupación, pero el malestar había disminuido considerablemente al haber llegado al consultorio, ¿su cuerpo le estaba jugando una mala pasada?

– Vale, le haré un chequeo general a ver si encontramos algo anormal – le comentó uno de los EMS acercándose y comenzando con su revisión.

Pasado el tiempo en aquel cuarto, Volkov se dio cuenta de que se sentía más que perfecto en ese momento; esto último terminó de confirmarse cuando el EMS se lo hizo saber y ambos comenzaron a descartar posibles acciones que causaran dicha molestia.

Cinco.

Diez.

Veinte minutos y fue el tiempo suficiente para que Horacio apareciera en el consultorio visiblemente angustiado. Los dos EMS notaron un violento sonrojo en el rostro del paciente y se miraron curiosos.

– ¡Ahí e- está de nuevo! No puedo con esta presión, me va a dar fiebre – mencionó acelerado, queriendo demostrar que no estaba mintiendo y que esa consulta no era una pérdida de tiempo. Realmente se sentía extraño.

– ¿V? ¿Estás bien? – Horacio se acercó alarmado y tocó la frente del ruso, su mirada pasó del más alto hacia uno de los EMS – ¿Qué le pasa?

– No sabemos... s- se sentía bien hace unos minutos...

– Caballero, me está latiendo mucho el corazón – volvía a tocarse el pecho, abrumado e intranquilo porque sentía casi cómo aquel órgano buscaba escapar de su cuerpo. Intentó regular su respiración, pero falló en el intento.

La EMS que no había hablado más que al saludar observaba la escena atenta, aquel alto hombre y sus síntomas solo le hacía pensar... que tal vez... ¿le gustaba aquel otro agente?

ONE SHOTS | VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora