Azul

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Recuerdo los atardeceres en El Pier después de patrullar, la brisa moviendo tu cabello y el olor a mar combinado con tu perfume cítrico inundando mis sentidos, nublando mi mente. Y aunque el sol apenas comenzaba a esconderse para dar lugar a la fría noche, la verdadera luz provenía desde donde estabas tú. Resplandeciente, irritando mis ojos por la intensidad. No podía dejar de mirarte a pesar de ello.

Tu cuerpo ligeramente inclinado hacia enfrente, recargado en la reja, y tus hombros relajados, despreocupado. Siempre temía que te pudieras caer, aunque sabía que me lanzaría sin pensarlo con tal de protegerte.

Han pasado meses desde que esas salidas se detuvieron, y me pregunto si fue ahí cuando tus sentimientos por mí pararon también. O si me seguiste queriendo poco después, pero decidiste que ya no podías esperar más.

Es gracioso, porque ahora no puedo dejar de pensarte; vives en mi mente noche y día. Y aunque te veo cada día al despertar haciéndote el desayuno, y en ocasiones en las noches cuando llegas, no es como antes. Y a pesar de que me alegra verte trabajar menos, debo admitir que te veo en cada esquina de la ciudad, al parecer mi mente te idealizó siempre a mi lado. Sin embargo, te veo cada vez menos.

Recuerdo nuestras noches en la piscina, las conversaciones nocturnas después de un mal sueño y nuestras salidas al café donde me pediste una respuesta más clara. Parece ser verdad que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, porque me arrepiento de no haberme dado cuenta antes.

Yo, tan perdido en mis problemas, fugitivo de mi pasado. Dudoso de avanzar, temeroso de perderte. Y aunque sigues aquí, se siente como si te hubiese perdido para siempre.

Pero lo acepto, sería egoísta de mi parte confesar todo lo que siento ahora, especialmente porque te ves feliz. Y yo excedí el tiempo que podías esperar.

Guardo la compostura cuando te tengo cerca en un operativo, o incluso en esas ocasiones en las que patrullas conmigo. Pero un nudo en la garganta me indica que estoy destrozándome.

Ya no quiero verte más.

Tú, vestido de ese modo. Tu piel cubierta de esa típica capa de sudor que representa lo duro que trabajas, tu sonrisa juguetona cuando hay persecuciones y esas miradas que dicen más que mil palabras. Extraño que me mires de esa manera.

Pensar en la oportunidad que tuve me ahoga, me aturde. Verte despreocupado, saber que ya no vas a insistir ni insinuar cosas que no aceptaría de otros. Saber que, las promesas se rompen, y que no seremos felices juntos.

Horacio, no quiero verte más... porque me está matando. El amor que siento por ti, el amor que ya sentía por ti... me está hundiendo. Y me parece una puta mierda porque ese sentimiento ya existía, solo que no tenía nombre.

Ahora algo que debería hacerme sentir feliz me está jodiendo la vida, porque tú ya me olvidaste, y estás con otro.

Y lo entiendo.

Te entiendo.

ONE SHOTS | VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora