Las pestañas tupidas, la ligera protuberancia de su nariz, la piel oliva y los suaves mechones enmarcando el único rostro que no se cansa de observar. Sí, observar, porque detalla con minuciosidad cada peca, lunar y textura de su piel. Conoce cada arruga que ornamenta al moreno, cuáles se forman cuando se enoja y frunce su entrecejo, y las que encuadran su sonrisa cuando algo le hace gracia.
Ha visto esos ojos convertirse en los luceros más brillantes, y también ha presenciado ciertos apagones en estos. Volkov se atreve a afirmar que conoce todos los detalles que hacen de Horacio la persona más hermosa del mundo. Sabe cómo reacciona ante cada situación y esto le hace molestar porque aunque es evidente – para él mismo – lo observador que es, su capacidad para comunicarlo es otra.
Culpa al idioma, pero sabe de sobra que hay algo más, algo que lo detiene de soltar cada palabra que viaja en su mente sin descanso.
Horacio es lo más cercano al cielo, y jura que no sabe qué ha hecho para obtener el privilegio de recibir ese soplo de esperanza que solo ese federal puede otorgarle. Sabe – y lo sabe porque recuerda a detalle cada momento de su vida, especialmente los malos (que son la mayoría) – que nunca se comportó a la altura del ángel que es el menor.
A pesar de no creer en el karma, esperaba de forma inintencionada que este le cobrara factura a futuro. Claro que, de cierta forma, el estar en coma fue una pesadilla, y lo fue aun más la recuperación... pero, el tener a Horacio Pérez frente a él borraba cualquier dolor proveniente del pasado.
Refrescante, así era él.
Con su risa, cada cicatriz – tanto física como emocional – desaparecía. Para Volkov basta que Horacio lo mire con esos ojos pardos con una complicidad que no comparte con nadie más. Para Volkov basta tener a Horacio entre sus brazos, y definitivamente, basta con su sola presencia.
Sabe que debe hablar, y aunque sus palabras generalmente se quedan atrapadas en su garganta haciéndolo tragar saliva con dureza, no se corta cuando tiene la oportunidad y valentía.
Se lo ha dicho ya un par de veces, "Te ves... perfecto, Horacio", "Estoy aquí por y para ti".
Quiere que lo crea, porque ve cómo sus ojos dudan ante sus palabras. Pero Volkov es la persona más honesta que Horacio va a conocer en toda su vida. Es honesto con sus acciones, porque le cuida en todo momento, porque no dudaría en vivir y morir por él. Porque a este punto, lo haría todo.
Volkov no puede estar separado del moreno, sabe que perdió mucho tiempo en el pasado (aunque no es tiempo perdido si lo utilizó para pensar) y no quiere alargar más lo obvio.
Porque sabe que lo quiere, y aunque teme por su inexperiencia y su falta de desempeño en el amor, quiere intentarlo.
No creyó quererlo algún día, juró que el amor era un sentimiento imposible de experimentar. Pero ahí está, de pie frente a él y no duda en que es real lo que siente. No quiere a nadie más.
Porque todo sabe mejor junto a él.
El café.
Los postres.
Y la vida.

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ONE SHOTS | VOLKACIO
FanfictionHistorias individuales sobre Volkacio, bastante cortas.