• ¿Quién soy? •
Las gotas de lluvia chocaban fuertemente contra las ventanas de aquel restaurante, aún así, eso no opacaba el bello sonido que provocaba la canción Quasi una Fantasia de Beethoven, que era tocada apasionadamente por una joven peliblanca.
Presionaba cada tecla ágilmente, todo esto para poder aliviar el temblar de sus manos. Algunos comensales charlaban normalmente, mientras otros sostenían su mirada en la joven mientras disfrutaban su comida.
Pero por su mente sólo pasaban recuerdos. Recuerdos que hubiera querido enterrar bajo tierra para borrar su humillación.
—Me gustas.— Se atreve a confesar apenada aquella joven peliblanca.
—Pero tú a mí no.— Contesta de forma cortante aquel chico que le gustaba hace tanto tiempo —No podría estar con algo tan repugnante.— Terminó la oración con una fuerte carcajada, provocando que muchas personas clavaran sus miradas en ellos.
—Por favor, vete a la mierda...
Sus manos bailan sobre el instrumento que se mantenía obediente haciendo resonar cada nota con delicadeza. La joven no pudo evitar ensombrecer su mirada mientras sus pensamientos la atacaban sin piedad.
—Tienes tres días para irte.— Advierte enojado el señor adulto y subido de peso que tantos dolores de cabeza le había dado durante tanto tiempo.
—Pero yo...— Intentó buscar alguna excusa desesperada, no quería ser echada de su departamento, sin ninguna razón aparente.
—Sólo vete.— Alzó su voz para luego marcharse.
—Por favor, vete a la mierda...
Eso es lo que la tenía así, esa misma mañana había descubierto que su maldito arrendador iba a vender su departamento y por esa razón la quería fuera, no tenía otra opción que irse. De todos modos no puedo seguir aquí. Pensó mientras se preparaba para el final de la pieza.
—¿Por qué, mamá?.— Preguntó la pequeña entre lágrimas.
—No quiero a una gorda floja en mi casa.— Afirmó demandante aquella mujer que le había dado la vida.
—Por favor...
La canción acaba rápidamente, sus manos temblaban mientras intentaba ocultar su expresión de dolor. Unos pocos aplausos la sacaron del pozo de pensamientos donde se encontraba.
Se paró sonriente para ofrecerle una reverencia a su público, después de todo esa fue la última pieza de la noche. Caminó con tranquilidad, hasta el momento en que finalmente llegó a su locker. Rebuscó entre sus cosas para poder encontrar y tomar sus pastillas desesperadamente.
Su respiración se calma mientras su corazón se oprime luego de todos esos recuerdos repentinos, tan horribles que no la dejaban vivir con tranquilidad. Ya no quería sufrir más.
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Our Reality
RomancePara cada persona que aún aprende a lidiar con su pasado. Para cada persona que aún enfrenta una gran pérdida. Para cada persona que aún busca la felicidad. Para todos aquellos que buscan el amor incondicional. Este libro es para todos ustedes.