Capítulo 8

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• Momentos •

Tenía que conservar la calma, jamás en su vida había escuchado esa frase dirigida hacia ella, pero no podía emocionarse, tenía que pensar antes de actuar.


—Espero que esto no sea sólo para poder besarme.—Dice la castaña con su ceño fruncido, realmente o creía que el joven pudiera mentirle pero la vida le enseñó que nadie es incapaz de hacer algo, sin importar que tan bueno parezca ser.

—Me gustaste desde que te vi sentada en mi clase, primero me atrajo tu apariencia única, pero ahora me gustas porque eres una chica fuerte, independiente, graciosa e inteligente, por eso fuiste la única a la que le confíe mi pasado, y...— Hizo una pausa en la cual procedió a desviar la mirada algo sonrojado —A la única que le confiaría mi primer beso...— Respondió sin más, ella se sorprendió completamente, que un chico tan guapo y simpático como él aún no haya dado su primer beso.

Eso la hizo sentir especial, ser la primera que tiene ese permiso la llenó de emoción, también le pareció justo que ambos estuvieran en la misma situación. Pudo sentir la sinceridad en aquel chico con rostro sonrojado, quien mordía su labio inferior nervioso.

—Cállate, o me harás llorar de nuevo.— Contestó en tono divertido aunque realmente sentía que podría llorar —¿Estás seguro?.— Él volvió a mirarla esta vez asintiendo completamente seguro, por lo que ella sonrió apenada.

—Entonces...

No pudo terminar de hablar, ya que Ene lo había besado inesperada pero dulcemente mientras rodeaba el cuello contrario con sus brazos. Él también quería preguntarle lo mismo, pero esta fue la mejor respuesta. La imitó abrasando la cintura de la castaña en una altura perfecta para que ella no malinterpreta sus acciones. El beso era lo que podría llamarse simple, sus labios unidos, no había ningún movimiento pero sí una infinidad de sentimientos nuevos para ambos. Sus rostros estaban calientes, podían sentirse nerviosos pero tan bien que no podrían explicarlo jamás, ambos pares de ojos cerrados sintiendo mejor la suave sensación de los labios contrarios y sin duda el cálido abrazo que mantenían.

Ninguno quería, pero tuvieron que separarse, ambos sonrieron mirándose a los ojos, sus corazones latian tan rápidamente fuerte que pensaban que podrían escuchar los latidos en cualquier momento. Luego de unos segundos volvieron a colocarse cómo antes, Eme sentado en el suelo y Ene recostada en su hombro.

Esas sonrisas embobadas que tenían no desaparecería con nada, porque habían caído completamente enamorados del otro y ya no había marcha atrás. Continuaron así por unos segundos hasta que a la menor le dio hambre pero estaba muy avergonzada para hablar luego de aquello, de todos modos...

—Pásame el cereal.— Intenta hablar lo más normal que puede y lo logra.

Él muy obediente se lo alcanza, por lo que ella comienza a comer tranquilamente hasta que el castaño intenta agarrar un poco, así que le da un suave golpe en la mano provocando que él se queje mientras ríe, luego de ver esa esena tan tierna ella se apiada y le da un poco mientras sonríe. Esa paz que sentían en ese momento era lo más hermoso del mundo y no la dejarían ir por nada.

[...]

Ambos caminaban con rumbo a una cafetería, el ambiente era llenado por sus risas, las calles tan vacías como hacía ya algunos días. Disfrutaban de un rato juntos en la fresca tarde.

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