Capítulo 18

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• Castigo •

Ene estaba siendo trasladada en la patrulla siendo carcomida por los nervios, no sabía que hacer cuando llegara al dichoso interrogatorio que le había mencionado el oficial hace unos minutos mientras manejaba. Intentó pensar en una buena coartada pero no se le ocurrió nada, no podía pensar con claridad.

Su miedo creció cuando el vehículo se detuvo, su respiración se hizo más recurrente cuando el oficial frente a ella bajó para abrirle la puerta. Al bajar no forcejeó, se resignó a inspeccionar cada parte de aquella deprimente comisaría.

La llevaron hacia una habitación donde lo único que había era una mesa y dos sillas, siendo una de ellas donde procederían a sentarla aún esposada de las manos

Mientras el oficial se sentaba frente a ella aprovechó para divisar las cuatro cámaras que había en cada esquina superior de la habitación.

—Señorita Harris, nos faltan algunas horas de su vida en las cámaras de seguridad del pueblo, ¿podría decirme qué estaba haciendo la tarde del día 28 de agosto hasta la mañana del día siguiente con Mike Spencer?.— Inició sin rodeos aquel hombre.

La menor evitó fruncir su ceño al escuchar su apellido junto a ese horrible apodo, odiaba que la llamaran señorita.

—¿En serio quiere que se lo diga?, somos adolescentes, creo que se lo puede imaginar.— Contestó desvergonzada.

—¿Entonces por qué un cabello del joven Mike Spencer fue encontrado en la escena del crimen?.— Habló esta vez con un tono de arrogancia. Ene quedó en silencio unos segundos intentando mantener su expresión calmada, aunque su corazón estuviera por explotar a causa del miedo —¿Por qué no contesta, señorita Nicole?.—

—Porque no es posible que él haya estado en dos lugares a la vez.— Tal vez su voz había salido demaciado enojada para su gusto, no podía mantener la calma ante tal situación. Sabía que quería provocarla.

—¿Está insinuando que usted estaba con él cuando lo hizo?.— Para ese entonces las manos de la joven ya habían comenzado a temblar mientras ella intentaba controlarse con desesperación —¿Cómo era su relación con sus padres?.— Sus esposas hacían un leve sonido provocado por su movimiento —Si confiesan lo que hicieron podrían disminuir sus años de cárcel.— El hombre ya había notado el estado en el que se encontraba la menor por lo que intentó persuadirla quedando en silencio por muchos minutos sin obtener respuesta —Bien, si no quiere colaborar deberá hacer una prueba psicológica.— Al notar que no iba a recibir una respuesta se levantó para irse dejándole paso a una joven mujer con una carpeta en sus manos que rápidamente ocupó su lugar.

[...]

La pierna del castaño no dejaba de moverse inquieta, estaba notablemente nervioso y preocupado por lo que podrían hacerles, más a su novia que a él mismo. No habían pensado qué decir en una situación así ya que tampoco esperaban llegar a este punto. Se encontraba en una habitación vacía, a excepción de la mesa y sillas en las que él y el oficial se encontraban sentados.

—¿Dónde estaba la noche del 28 de agosto?.— Volvió a preguntar aquel hombre robusto.

—Estaba con mi novia en casa.— Mintió sin mirarlo a los ojos, su pierna no paraba de moverse gracias a su nerviosismo.

—¿Y por qué uno de sus cabellos fue encontrado en la escena del crimen?.— Eso hizo que su pierna se detuviera repentinamente al igual que su respiración.

—No lo sé, cómo dije, estaba con mi novia.— Subió la cabeza mirándolo firmemente.

—Supongo que su novia es la señorita que estaba en su casa antes de que lo trajera.— Preguntó el oficial.

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